Jerez

Un convoy jerezano de cuatro furgonetas trae a 28 refugiados ucranianos desde Varsovia

"Ha sido mi mejor experiencia de vida". Antonio Jiménez, jerezano de 35 años, narra cómo ha sido esta expedición, tras completar 7.000 kilómetros en seis días

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Foto de familia de los ocho conductores de Jerez y la zona y los 28 refugiados.

  • Fue el empresario afincado en Jerez Fernando Cobacho quien tuvo la iniciativa e hizo un llamamiento en redes sociales para pedir colaboración

Cuando Antonio Jesús Jiménez, un operario jerezano de una vinagrería de la ciudad, vio en redes sociales la publicación del empresario de Jerez Fernando Cobacho, en la que advertía de su intención de organizar un viaje a la frontera de Polonia y Ucrania para sacar a refugiados y traerlos a España, no se lo pensó. No lo conocía de nada. Contactó con él y se puso manos a la obra. Lo mismo hicieron otros tantos hasta completar una expedición de ocho personas de la zona (Jerez, San Fernando y Sanlúcar) en cuatro furgonetas. Fue una campaña exprés que no pudo tener mejor acogida. En poco más de una semana, el pasado sábado 12 de marzo, el convoy salía de esta localidad cargado de donaciones de alimentación infantil, medicamentos, pañales, mantas y “todo lo que pudimos meter en las furgonetas”. 

Es casi como meter tu vida en una pequeña maleta y meterse en una furgoneta sin saber dónde van, sin quejarse. Nos dijeron que éramos unos héroes cuando los verdaderos héroes son ellos"

Aunque el objetivo principal era “traernos a gente”, aprovecharon el viaje de ida para llevar todo lo que habían recogido gracias a la solidaridad de todo el mundo, que no paró hasta el último momento. De hecho, cuenta a Viva Jerez que el mismo sábado que partieron incorporaron la cuarta furgoneta. “La gente se ha volcado. Estamos hablando de más de 1.000 euros que costaba alquilar cada una. Pusimos varios números para Bizum que se saturaron (al superar los 60 envíos que permite la aplicación al mes). Éramos ocho conductores pero había mucha gente detrás", señala.

En total han sido 7.000 kilómetros entre ida y vuelta. Bastaron dos días y medio para llegar a Varsovia y hacerse más de 3.400. Apenas pararon para recoger al octavo conductor en Barcelona y se iban turnando para descansar. “Teníamos prisa por llegar”, reconoce. La vuelta la hicieron en el doble de jornadas, priorizando siempre el confort de las 28 personas que les acompañaban, siete en cada furgoneta. Javi, un jerezano que vive en Polonia desde hace años y amigo personal de Fernando, había hecho todas las gestiones con Ceain y Acnur y voluntarios para que todo estuviera perfectamente coordinado conforme a los protocolos contemplados. El propio alcalde de una pedanía de Varsovia, donde estaba todo preparado con las familias que traerían para Sevilla y Cádiz, los recibió y les explicó un poco la situación.

Entre estos refugiados había historias muy especiales: un matrimonio invidente con dos hijos, otro con discapacidad auditiva, una chica embarazada, tres hermanas jóvenes y madres con niños pequeños. 28 historias que nunca podrán olvidar.
“Fuimos directamente a Varsovia porque la frontera estaba colapsada”. Una  vez allí, no obstante, Antonio quiso ir personalmente a la estación de tren de esta ciudad, situada a 200 kilómetros, “para ver la realidad”. “Me impresionó bastante”, señala para referirse tanto al drama de las familias huyendo y separándose, como a la gran cantidad de voluntarios que les acompañaban. “Cuando el pueblo se une es imparable”.
 

Pero lo que más llamó su  atención fue la confianza que depositaron en ellos sin conocerles de nada para que les sacaran de allí y ponerse a salvo. 

“Es casi como meter tu vida en una pequeña maleta y meterse en una furgoneta sin saber dónde van, sin quejarse. Nos dijeron que éramos unos héroes cuando los verdaderos héroes son ellos.
No llevaban intérprete, así que en el trayecto de vuelta se las apañaron mediante gestos, el traductor de Google y videollamadas con una amiga ucraniana de este operario jerezano. Casi no hablaron de la guerra. “Preferíamos que se evadieran y relajaran”, reconoce.

Fueron cuatro días juntos pero lo suficiente para crear un vínculo importante que ya de vuelta en Jerez continúa. "Hablamos a diario por WhatsApp" -asegura-y por el que se emocionaron en las despedidas a medida que cada uno iba llegando a su destino (Sevilla, Chiclana, Sanlúcar, Jerez), el pasado viernes.

Cuando Jiménez, que ha adelantado su semana de vacaciones de Navidad para esta aventura solidaria, echa la vista atrás, lo tiene claro: “Ha sido mi mejor experiencia de vida. Está muy bien ver las cosas por la tele, pero algunos tiene que dar el paso". 

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