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Control emocional y «mirar bajo el plato» para conocer qué oculta el trastorno alimentario

EFE | El control emocional es una parte fundamental del tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria porque detrás de estos problemas suelen esconderse otros padecimientos y perturbaciones emocionales y, con mucha frecuencia, el sufrimiento de personas muy autoexigentes y perfeccionistas, que buscan dominarlo todo y una autorregulación a través de la comida. “Solemos decir […]

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EFE | El control emocional es una parte fundamental del tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria porque detrás de estos problemas suelen esconderse otros padecimientos y perturbaciones emocionales y, con mucha frecuencia, el sufrimiento de personas muy autoexigentes y perfeccionistas, que buscan dominarlo todo y una autorregulación a través de la comida.

Solemos decir que detrás de los problemas de conducta alimentaria siempre hay que mirar bajo el plato. El problema no es la comida, sino lo que esconde: ansiedad, una mal manejo de emociones, obsesiones…”, destaca a EFE el coordinador de la Unidad de la Conducta Alimentaria del Hospital Marqués de Valdecilla de Santander, Andrés Gómez del Barrio.

Los trastornos alimentarios afectan sobre todo a personas con una elevada vulnerabilidad y que “tardan en pedir ayuda”, muchas veces condicionadas por la “vergüenza” que les suponen los métodos purgativos o los efectos de la enfermedad en el propio cuerpo.

Gómez del Barrio incide en el sufrimiento que llevan aparejados este tipo de trastornos: por su carácter obsesivo, el sentimiento de culpa o el aislamiento de las personas que los padecen. «Si dentro de tu rutina se instala el comer a una determinada hora, o no quieres que te vean comer, o te obsesionas con hacer ejercicio un número determinado de veces al día… son conductas que son difíciles de explicar o de mantener con una convivencia estrecha o una pareja», advierte.

En la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Valdecilla se atiende a unos 200 pacientes al año y en los últimos tiempos, tras la pandemia, notan incremento.

Según la Sociedad Española de Psiquiatría, aproximadamente un 5 % de la población padece algún tipo de trastorno alimentario. Los más conocidos son la anorexia nerviosa y la bulimia, pero hay otros.

MÁS MUJERES Y COMORBILIDAD

En la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria de Valdecilla predominan como pacientes las mujeres jóvenes, con una proporción de un hombre por cada diez chicas.

Se ofrece una intervención intensiva e integral, con distintos profesionales: psiquiatras, psicólogos, personal de enfermería o trabajadores sociales, entre otros, y un tratamiento individualizado.

Un primer estadio del tratamiento suele centrarse en compensar la salud del paciente, para pasar después a identificar patrones cognitivos o emocionales que puedan estar desencadenando el trastorno y abordarlos, con mucha paciencia.

Muchas veces no se requiere un tratamiento farmacológico «sofisticado», sino terapia con la persona enferma, encarar el manejo de las comidas y controlar los espacios, sobre todo los baños, que son escenario de las purgas de lo que se ha comido y de «conductas compensatorias». Es fundamental generar confianza y saber comunicarse con el paciente.

Otro factor clave es que un elevado porcentaje de estos pacientes, en torno al 70 %, presenta comorbilidad psiquiátrica, con trastornos de personalidad, ansiedad, depresión, trastorno obsesivo compulsivo o trastorno por déficit de atención con hiperactividad.

LA RECUPERACIÓN ES POSIBLE

El fin que se busca es la recuperación total del paciente. Y es posible, según explica el coordinador de la Unidad de la Conducta Alimentaria del Hospital Valdecilla.

“Se llega a la recuperación en cerca de un 75 % de los casos”, señala, antes de apuntar que las posibilidades de éxito dependen de varios factores, como el momento en qué se detecte el caso, el tipo de tratamiento que se siga o el soporte con que cuente el paciente.

Aunque el porcentaje de recuperación en la enfermedad llega a más del 70 %, eso no quiere decir que no haya recaídas, con un porcentaje de ingresos que oscila en torno al 20 %.

DETECCIÓN, TRATAMIENTO Y APOYO FAMILIAR

La detección precoz, el tratamiento y el apoyo familiar «son cruciales» para superar los trastornos de la conducta alimentaria.

Por la Unidad de Valdecilla suelen verse dos tipos de entornos del paciente: el «sobreprotector» y el que “entra al trapo” en todo conflicto.

Por eso, parte del trabajo en la terapia es intentar hacer ver a las familias que no hay que caer en el chantaje, pero tampoco perder los nervios, y darles herramientas para identificar y manejar el problema. No es un camino fácil, pero con un tratamiento precoz y especializado las opciones de curación se multiplican.

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