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El rasgo descuidado que impulsa el éxito

Alejandro Ramírez | No saber la respuesta a un acertijo intrigante puede aumentar la creatividad en tareas posteriores, así como preparar a tu cerebro para aprender. Además, según varios estudios que reporta la BBC, la curiosidad en lugares de trabajo aumenta el compromiso y el disfrute del mismo, y reduce el riesgo de agotamiento. Así […]

Alejandro Ramírez | No saber la respuesta a un acertijo intrigante puede aumentar la creatividad en tareas posteriores, así como preparar a tu cerebro para aprender. Además, según varios estudios que reporta la BBC, la curiosidad en lugares de trabajo aumenta el compromiso y el disfrute del mismo, y reduce el riesgo de agotamiento.

Así que no es de extrañar que los científicos hayan estado buscando formas de cultivar más curiosidad en nuestras vidas, porque incluso las intervenciones simples podrían generar enormes beneficios. 

Mejora de la memoria

Dado que la definición de curiosidad del diccionario es “el deseo de saber algo”, no sorprende que gran parte de las investigaciones se hayan centrado en sus beneficios para la educación. Utilizando cuestionarios que preguntan a las personas cuánto desean información nueva, varios estudios han demostrado que la curiosidad de las personas puede predecir su éxito académico, independientemente del coeficiente intelectual.  

Cuando sentimos curiosidad por un tema, los hechos que estamos estudiando se codifican más profundamente y son más accesibles cuando más tarde se necesitan. Según un estudio de la Universidad de Carolina en Davis en 2014, un grupo de investigadores pidió a cada participante que calificara su curiosidad por aprender las respuestas a una serie de preguntas, como «¿Quién era el presidente de los Estados Unidos cuando se lanzaron las Air Jordan?» o «¿Qué significa realmente el término ‘dinosaurio’?» Luego, los participantes se colocaron en un escáner cerebral MRI mientras se presentaban las mismas preguntas, seguidas poco después de las respuestas. Una hora más tarde, los participantes fueron evaluados en su recuerdo de los hechos.

Los efectos de la curiosidad sobre el recuerdo posterior fueron sorprendentes. Cuando los participantes tenían mucha curiosidad por un hecho, tenían un 30% más de probabilidades de recordarlo.

Este aumento de memoria adicional e inesperado podría ser extremadamente útil cuando intentamos aprender algo nuevo y complicado. Después de todo, es poco probable que encontremos fascinante cada elemento de nuestros estudios, pero si podemos cultivar algo de curiosidad sobre al menos algunos hechos, podemos encontrar que el resto del material también se adhiere mucho más fácilmente.

Mejora de la paciencia

La curiosidad también puede aumentar nuestra paciencia. Un estudio reciente, actualmente inédito, realizado por Abigail Hsiung, estudiante de doctorado en la Universidad de Duke en Carolina del Norte, mostró que una mayor curiosidad significaba que las personas estaban más dispuestas a esperar para encontrar la solución a un rompecabezas. Las personas menos curiosas, por el contrario, se mostraban más impacientes por completar la tarea rápidamente, llegando a pedir saltar directamente a las respuestas. “La gran curiosidad significaba que las personas querían tener ese momento de comprensión y descubrimiento por su cuenta”, dice Hsiung.

En educación, es probable que una mayor paciencia y un compromiso prolongado conduzcan a un aprendizaje y a una comprensión más profundos, especialmente en temas complejos, lo que también puede ayudar a explicar por qué la curiosidad es un predictor tan fuerte del éxito académico.  

Los beneficios de la curiosidad no acaban aquí. En su reciente libro The Art of Insubordination, Todd Kashdan, profesor de psicología en la Universidad George Mason en Fairfax, Virginia, EE. UU., señala que una mayor curiosidad también puede hacer que las personas estén más abiertas a escuchar las opiniones de los demás, incluso si difieren de las mismas. Eso es esencial si queremos tener desacuerdos productivos y evitar problemas como el sesgo de confirmación y el pensamiento grupal.

Cultivando la curiosidad

Según Kashdan y Harrison, muchas organizaciones podrían fomentar una mayor curiosidad en la fuerza laboral haciendo algunos cambios en su cultura corporativa. Los gerentes podrían considerar dar a sus empleados un poco más de independencia, por ejemplo, con varios estudios que muestran que un sentido de autonomía aumenta la curiosidad. Incluso si solo hay un número limitado de opciones disponibles, es más probable que un proyecto estimule el interés de alguien si lo ha seleccionado voluntariamente, en lugar de que otra persona le imponga la elección.

A nivel individual, también hay alguna evidencia de que se puede entrenar activamente la curiosidad. El primer paso es hacerlo personalmente algo relevante. 

La investigación de Rachit Dubey, científica cognitiva de la Universidad de Princeton, ha demostrado que recordarle a las personas la utilidad de aprender cosas nuevas puede aumentar su curiosidad cuando se están quedando atrás. Una buena forma de hacerlo es que cada uno elabore una lista de preguntas que le gustaría saber responder en los próximos días o semanas. Los estudios muestran que este simple paso despierta naturalmente más curiosidad y un compromiso posterior con el material relevante. 

Sus consultas no necesitan ser profundas: no existe una pregunta estúpida siempre que se realice con el deseo de saber más. El físico Richard Feynman lo expresó mejor cuando dijo: “Casi todo es realmente interesante si lo profundizas lo suficiente”. Y con los beneficios comprobados para su aprendizaje, creatividad y bienestar general, es posible que se sorprenda gratamente a dónde le llevará esta curiosidad recién descubierta.

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