Alfredo Valenzuela | EFE | El artista urbano Vhils (el portugués Alexandre Farto) ha recortado de la superficie de un muro callejero esa pasta inconcreta que conforman los carteles que se van pegando unos sobre otros, la ha pintado de blanco y con un escalpelo la ha ido horadando y haciendo que afloren los colores de los antiguos carteles hasta componer una panorámica de la ciudad de Sevilla.
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«Fractal», que significa roto o fracturado pero que también designa patrones geométricos y dimensiones fraccionarias, es una exposición que reúne obras efectuadas con azulejos, con resina transparente y lo que él llama en portugués «detritos»: fragmentos de muros que conservan algunos de sus grafitis.
Pero eso no es lo más original de «Fractal» en la galería Delimbo, donde ha presentado su obra en Sevilla, porque allí mismo ha hecho lo que lleva años haciendo en las calles de Lisboa, Londres, Shangai, Barcelona o Madrid:
En una pared de la galería de seis metros de larga por cuatro metros de altura, empleado un martillo eléctrico, un martillo normal y varios cinceles ha ido «excavando» -así lo explica él- en el muro hasta componer una imagen de tamaño colosal -y realista- del rostro de una mujer.
De ese modo, el escombro que se ha ido desprendiendo de la pared queda en el suelo de la galería, formando parte de la exposición -de hecho, el servicio de limpieza de la galería de arte se ha cuidado mucho de no alterarlo con escobas o fregonas durante los preparativos de la muestra-.
«Nunca sé lo que voy a encontrar al otro lado de las paredes, es algo orgánico, también una especie de arqueología», ha explicado a EFE sobre su trabajo callejero este artista que muestra cierto orgullo al explicar que aprovecha como materiales para sus obras todo lo que la ciudad desprecia y desecha o lo que el tiempo y la intemperie van modelando hasta la aparente inutilidad.
A sus obras hechas con resina -si no se aprecian de cerca parecen hechas con láminas de vidrio- las denomina «fósiles cristalizados de la ciudad» y, en efecto, difícilmente podrían describirse mejor puesto que en estas obras -mitad cuadros, mitad cajas herméticas y transparentes- incluye deshechos de la ciudad, desde trozos de objetos a hojas volanderas que acaban conformando unas curiosas composiciones en absoluto carentes de atractivo estético.
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Si el rostro de mujer que ha «excavado» en la enorme pared de la galería Delimbo ha querido ser un homenaje al flamenco, con el que el artista encuentra numerosos nexos con el fado, con sus obras con azulejos ha querido manifestar la cercanía de las culturas portuguesa y española -en Sevilla, ciudad que Vhils conoce bien, el azulejo posee una larga tradición-.
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Los azulejos los hace en un taller de Sintra (Portugal) que aún emplea las técnicas más arcaicas pero que, sin embargo, colabora con artistas emergentes, y sus composiciones evocan ese azul que ha convertido el arte luso del azulejo en algo legendario.
Alexandre Farto, Vhils, nació en Lisboa en 1987 y con doce o trece años efectuó su primer grafiti esculpido -excavado- en un suburbio de Lisboa, en una área industrial de un largo historial de pintadas y reclamaciones políticas y sociales sobre los viejos muros de las fábricas, y fue entonces cuando se le ocurrió firmar con «Vhils» -«es lo que me salió más rápido», recuerda ahora con humor y negando que su firma posea cualquier otro significado-.
Ahora es reclamado por museos de medio mundo porque ha sido capaz de desarrollar una estética personal, lo que él llama procesos de «destrucción creativa», en alguno de los cuales ha llegado a emplear explosivos, y que se basan en excavar como un arqueólogo urbano hasta dejar al descubierto lo que subyace más allá de lo visible, de la simple apariencia.