EFE– Los loros no son tan despistados como se cree por su inexplicable hábito de desperdiciar una parte de la comida que cogen, ya que este acto aparentemente sin sentido en realidad es intencionado y busca posiblemente mejorar la calidad y cantidad de los frutos y semillas de los árboles.
Esta sorprendente conclusión, que echa por tierra la etiqueta generalizada de poco hábiles en el manejo de la comida, proviene de un estudio firmado por una decena de biólogos de España, Bolivia y Brasil, del que acaba de hacerse eco el New York Times y la radio BBC porque resuelve el misterio y, además, revela el valioso papel que los loros desempeñan en la biodiversidad.
Esto es así porque también se ha comprobado que los frutos que arrojan con aparente descuido al suelo, ya sea intactos o a medio abrir, sirven de alimento a otras especies incapaces de subir a las ramas y que, de otro modo, no tendrían acceso a esos nutrientes.
Se añade que estas semillas lanzadas al suelo acaban dispersándose, lo que ayuda a aumentar la posibilidad de que germinen, ha explicado en una entrevista concedida a Efe una de las autoras del trabajo, Esther Sebastián-González, de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH).
Eso no quita que se viralicen loros más «golfos» o «caprichosos», como éste que le deja muy claro a su «ama» que no le gusta el brócoli.
Volviendo a la seriedad de la investigación, que se ha desarrollado durante una década en Europa, Asia, América y África con 6.253 observaciones de 103 tipos de loros (el 30 por ciento de los que hay) y tras 37.612 kilómetros recorridos en seguimientos.
Por primera vez en la literatura científica, se ha cuantificado cuántas bayas, moras, dátiles y otras muchas frutas, como mangos, manejan habitualmente entre sus garras y pico, y se ha determinado que sueltan el 11,8 por ciento de las frutas y hasta el 14,6 de las semillas.
Los biólogos han observado que sistemáticamente «desperdician» más frutos verdes (con menos azúcar y menos aporte de energía) y que dejan caer menos en la época de reproducción (cuando tienen pollos y tienen más necesidad nutricional).
Estos aspectos se basan en que «los loros pueden manejar el concepto de futuro» y llegan a «planear» una mejor alimentación mediante esta actividad que los expertos denominan ‘jardineo’, que consiste en una especie de poda por la que cortan los frutos todavía verdes para mejorar la calidad de los que quedan y, a la vez, propiciar que se alargue el periodo de producción del árbol.
«No son tan despistados como se creía hasta ahora porque hay una parte de los frutos y semillas que, claramente, tiran con intención. Si no fuera así, no podrían cambiar de comportamiento en la época de reproducción ni discernir si cae una fruta más o menos verde», ha relatado Sebastián-González.
De esta manera, «hasta ahora se pensaba que los loros eran depredadores de semillas y frutas y poco más» mientras que desde ahora se sabe que tienen «una función mucho más importante al seleccionar su alimento para lograr más y por más tiempo», además de facilitar nutrientes a otros animales y dispersar las semillas.
Aunque se ha trabajado con loros de todo el mundo, en España se ha estudiado los del parque del Oeste, el río Jarama, Aravaca y Arganda del Rey (Madrid), los parques de la Alameda y Amate, la isla de la Cartuja y la avenida de las Palmeras (Sevilla) y cerca del jardín Botánico y de las plazas del Decanato y del Charco (Tenerife).
¿No habrán estudiado a estos dos que comen con cuchara?