Mientras el resto del mundo se comía la cabeza para salvaguardar a los ordenadores del virus WannaCry, en Rusia ya tenían la solución: rociarlos con agua bendita.
La Iglesia Ortodoxa es considerada una de las instituciones más importantes del país y mantiene firmes lazos con el gobierno. Su líder, el Patriarca Kirill de Moscú tiene tanto poder como el Papa y colabora estrechamente en los asuntos de Estado con el presidente Vladimir Putin, a quien describió una vez como «un milagro de Dios».
Aunque sorprenda, no es la primera vez que este tipo de protección se utiliza en Rusia, donde es habitual este procedimiento sobre armas, edificios y todo tipo de objetos.