Monique Jeffrey tiene un problema: estornuda muy fuerte. Y eso le ha supuesto ya dos roturas de vértebras C1 y C2, dos de las que soportan el peso del cráneo.
Vive en Australia y su estado de salud ha sido noticia por lo extraño de sus padecimientos. «Tengo un bebé de diez meses, mi marido y yo trabajamos a tiempo completo y un simple estornudo nos vuelve la vida del revés», lamentaba Jeffrey cuando le sucedió por primera vez en 2011. Lo que no podía imaginar es que esto se repetiría seis años más tarde.
Aquella primera vez estaba tendida en la cama leyendo correos electrónicos en su smartphone. Sintió ganas de estornudar, lo hizo y llegó el desastre. «Sentí que algo se movía, era un dolor insoportable», recuerda la paciente, que sin ser capaz de moverse envió un mensaje solicitando ayuda a su marido. Cuando llegó al hospital se la inmovilizó de inmediato para evitar daños mayores, aunque la lesión no afectó a su médula espinal ni produjo problemas neurológicos.
Aquellos tres meses se convirtieron en un suplicio para la mujer, que entonces tenía 28 años, pero ahora se repite la historia.
Esta vez estaba en el trabajo y sintió «algo de rigidez» en el cuello, justo cuando bromeaba con algunos compañeros sobre su antigua lesión y lo extraño de cómo la sufrió. En ese preciso momento, se repitió. Un estornudo, un rápido movimiento de cabeza y el cuello destrozado por segunda vez.
El elevado coste del tratamiento es otro problema, por lo que su familia se ha puesto manos a la obra y ha creado una plataforma de apoyo en las redes sociales. Todo para que Monique pueda tener de nuevo una vida normal… hasta que vuelva a estornudar.