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Barre y hot yoga, los deportes del momento

Son entrenamientos completos, funcionales y que además de cuidar la musculatura y la postura corporal

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En la búsqueda continua por mejorar la condición física y el bienestar general, cada vez más personas están optando por nuevas formas de ejercicio que no solo fortalezcan su cuerpo, sino que también aporten equilibrio mental y emocional, donde estas dos disciplinas se convierten en las favoritas.

Ambas son disciplinas deportivas que han capturado la atención de quienes buscan un enfoque integral para mejorar su bienestar físico y mental. Mientras que el barre ofrece un entrenamiento muscular enfocado en la tonificación y la postura, el hot yoga proporciona un ejercicio más holístico que combina fuerza, flexibilidad y desintoxicación.

El barre: fuerza, resistencia y flexibilidad

Se trata de una disciplina de ejercicio que combina elementos de ballet, pilates y entrenamiento funcional, con un nombre que proviene de la barra de ballet, un elemento esencial en las clases de barre, que se utiliza como soporte para realizar una variedad de ejercicios que se centran en pequeños movimientos isométricos.

A diferencia de otras formas de entrenamiento, se enfoca en la tonificación muscular y la mejora de la postura, sin necesidad de grandes equipos o pesas, y aunque es el deporte de moda por excelencia que aterriza en gimnasios especializados de las grandes ciudades, es una disciplina con historia.

El barre se originó en los años 50 cuando Lotte Berk, una bailarina alemana que residía en Londres, decidió fusionar su entrenamiento de ballet con ejercicios de rehabilitación después de una lesión en la espalda a través de un sistema que combinaba movimientos de ballet con ejercicios de fuerza, y así nació el método barre. 

Autocuidado más allá del deporte

Con la premisa de convertirse en un centro “para encontrar el balance necesario en la rutina diaria”, el centro Barrelatte en Madrid ofrece sesiones con las que “cuidar cuerpo y mente” en tres tipos de sesiones que atienden a diferentes resultados.

‘Expreso shot’, “la clase más cardio” con ejercicios de alta intensidad en barra al ritmo de música; ‘flat white’ con movimientos isométricos de bajo impacto para trabajar la resistencia, y ‘matcha latte’, que combina ejercicios de bajo impacto con movimientos clásicos basados en el pilates clásico. 

Dentro de esta disciplina deportiva, las posibilidades son múltiples, aunque todas ellas contribuyen a reforzar la postura y grupos musculares en específico.

Movimientos controlados y activación muscular intensa

En el barre se trabajan principalmente en la tonificación de los músculos del core (zona media), glúteos, muslos, y brazos. Los movimientos suelen ser pequeños, controlados y repetitivos, lo que permite una activación muscular intensa.

Las posturas se mantienen durante periodos prolongados, lo que genera un trabajo isométrico que ayuda a definir y tonificar los músculos sin aumentar su volumen de manera significativa. Además, se incluyen estiramientos al final de cada bloque de ejercicios para mejorar la flexibilidad.

Los resultados son notorios después de pocas semanas de práctica regular. Sus participantes suelen experimentar una mejora en la postura, mayor estabilidad y fuerza en el core, y una tonificación visible en las piernas y glúteos. También es común una mejora en la flexibilidad y un aumento en la resistencia muscular. 

Al ser un ejercicio de bajo impacto, el barre es ideal para personas de todas las edades y niveles de condición física, y es particularmente beneficioso para aquellos que buscan un ejercicio que no sea agresivo para las articulaciones que puede realizarse de forma complementaria a otro tipo de deportes.

Para obtener los mejores resultados con el barre, se recomienda practicar entre 3 y 5 veces por semana en clases que suelen durar entre 45 minutos y una hora. Durante una sesión típica, se realizan series de ejercicios con intervalos cortos de descanso, lo que mantiene un ritmo constante. 

Hot yoga, desintoxicación del cuerpo y deporte

Es una variación del yoga tradicional que se practica en una sala calentada a temperaturas elevadas, generalmente entre 35 y 40 grados, con una humedad controlada que puede alcanzar hasta el 40%. 

Esta disciplina combina las posturas clásicas del yoga (asanas) con los beneficios de una sudoración intensa, promoviendo la desintoxicación del cuerpo y la eliminación de toxinas mediante el sudor, la flexibilidad y la concentración mental.

Esta variedad del yoga se originó en la década de 1970 gracias a Bikram Choudhury, un yogui indio que desarrolló una serie de 26 posturas que se practican en una sala climatizada. 

Esta forma de yoga, conocida como Bikram Yoga, rápidamente ganó popularidad en todo el mundo, aunque hoy en día existen muchas variantes del hot yoga que no siguen necesariamente las secuencias de Bikram, pero mantienen la práctica en salas calientes.

Estirar, fortalecer y equilibrar

El hot yoga es un ejercicio integral que trabaja todos los grupos musculares, con posturas de yoga diseñadas para estirar, fortalecer y equilibrar el cuerpo de manera uniforme. 

Las posturas de pie trabajan los músculos de las piernas, glúteos y core, mientras que las posturas de equilibrio y torsión ayudan a fortalecer la columna vertebral y mejorar la movilidad. Las posturas en el suelo, por su parte, están orientadas a trabajar la flexibilidad y fuerza en la parte superior del cuerpo y el core.

La práctica regular mejora la flexibilidad, la fuerza y la resistencia cardiovascular. La alta temperatura en la sala ayuda a aumentar la elasticidad de los músculos y articulaciones, permitiendo un mayor rango de movimiento y ayudando a prevenir lesiones. Además, el sudor excesivo durante la práctica facilita la eliminación de toxinas a través de la piel. 

Muchos practicantes también notan una mejora significativa en su capacidad de concentración y en la reducción del estrés, lo que lo convierte en un ejercicio tanto para el cuerpo como para la mente que suma un aporte de autocuidado mental más allá de la propia práctica del ejercicio.

Adaptación al entrenamiento y el calor

Para quienes comienzan con el hot yoga, se recomienda asistir entre dos y tres veces por semana, aumentando gradualmente la frecuencia a medida que el cuerpo se adapta al calor y la intensidad de las posturas, con sesiones que suelen durar entre 60 y 90 minutos. 

Al tratarse de una práctica de yoga, no hay un número específico de repeticiones, sino que se realizan las posturas siguiendo la respiración y las indicaciones del instructor, manteniendo cada postura durante varios ciclos de respiración.

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