Miles de gibraltareños salieron ayer a las calles para dar la bienvenida al príncipe Eduardo de Inglaterra, hijo menor de Isabel II, y su esposa, Sophie Rhys-Jones, que iniciaron ayer una visita de tres días para celebrar con la colonia británica el 60 aniversario de la coronación de su madre.
Bajo un sol de justicia, niños, adultos y ancianos se apostaron en la plaza y la calle principal de Gibraltar ondeando con orgullo banderitas británicas para estrechar la mano y saludar a los condes de Wessex, cuya visita se ha convertido para los gibraltareños en una “fiesta” para proclamar su identidad británica.
“Es un día glorioso para nosotros, el príncipe es nuestro y estamos muy orgullosos de que venga, a quien no le guste que se aguante”, decía una mujer que, como la mayoría de los gibraltareños, habla intercalando sin titubear su doble acento british-andaluz.
“Ojalá vinieran cada diez minutos”, aseveraba un hombre que había esperado seis horas de pie en la calle para ver de cerca al hijo menor de la reina Isabel II y que, como la mayoría, no perdía oportunidad de acercarse a un micrófono y una cámara de televisión, sobre todo si eran españolas, para decir que ellos “nunca van a ser españoles” y que únicamente se sienten británicos.
El príncipe Eduardo y su esposa llegaron puntualmente al aeropuerto de Gibraltar a mediodía, a bordo de un avión comercial, junto a otros muchos pasajeros.
El gobernador de Gibraltar, el vicealmirante Adrian Johns, y el ministro principal, Fabian Picardo, les recibieron a pie de escalerilla, tras lo que presenciaron una salva de honor de las fuerzas militares británicas para celebrar el cumpleaños del duque de Edimburgo, esposo de la soberana.
Baño de multitudes
Tras este recibimiento oficial, el príncipe Eduardo y su esposa se dirigieron en coche a la plaza Mackintosh, donde les aguardaba el primer baño de multitudes, que el Gobierno gibraltareño quiso favorecer y para ello los colegios permanecieron cerrados y todos los funcionarios públicos, salvo los esenciales, tuvieron horas horas libres.
Tras presenciar un espectáculo titulado Una audiencia con la reina, de las estudiantes de Academia de Gibraltar de Danza, el príncipe Eduardo y su esposa recorrieron a pie Main Street (o calle Real, como también se la conoce) saludando detenidamente a los gibraltareños.
Así, llegaron a Convent Place, sede del Gobierno gibraltareño, donde se les ofreció una comida, antes de reemprender una agenda que por la tarde les llevó a plantar un árbol en honor del Jubileo de Diamantes de Isabel II y la colocación de la primera piedra del futuro monumento al Jubileo de Diamantes.
En la agenda de la visita de los condes de Wessex también figura la inauguración oficial de la nueva terminal del aeropuerto de Gibraltar, que funciona desde el pasado noviembre y que está construida sobre unos terrenos que España considera suyos.
Queja
El Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación reiteró ayer la “disconformidad y malestar” del Gobierno español por la visita a Gibraltar del príncipe Eduardo de Inglaterra. Fuentes diplomáticas recordaron que el Gobierno español ya expresó el pasado mes de mayo su “disgusto y malestar” al embajador del Reino Unido en España, Giles Paxman, por la visita del príncipe Eduardo de Inglaterra.
El Gobierno considera esta visita “inoportuna”, dadas las circunstancias actuales, que incluyen el conflicto pesquero. Esta no es la primera vez que España expresa su queja, ya que el Ministerio de Exteriores ha contestado tradicionalmente con una declaración de protesta cada vez que se ha anunciado la visita al Peñón de algún miembro de la familia real británica, como ocurrió en 2009, cuando la princesa Ana, hermana de Eduardo, inauguró una clínica militar.
La reina suspendió el viaje previsto a Londres para participar en un almuerzo ofrecido por Isabel II por el 60 aniversario de su Coronación a sugerencia del Gobierno, al no considerar adecuada esta visita en las actuales circunstancias.
El motivo que llevó al Ejecutivo a hacer ver la inconveniencia del viaje de la Reina fue la visita del príncipe Eduardo a Gibraltar.