Cádiz, Albacete, Rácing de Ferrol, Granada 74, Tenerife, Salamanca, Deportivo Alavés, Castellón, Eibar, Poli Ejido, Lorca Deportiva, Vecindario, Lleida, Pontevedra, Terrassa, Leganés, Algeciras, Compostela, Real Oviedo, Badajoz, Extremadura, Burgos, Real Jaén, Logroñés, Toledo, Ourense, Palamós, Avilés, Orihuela, Sestao, Figueres, Mollerusa, Alzira, Cartagena, Palencia, Linares, Alicante, Real Unión de Irún, Universidad de Las Palmas, Ecija, Mérida o Nástic, Cartagena y Alcoyano han sido algunos de los equipos que en los últimos treinta años han militado en la Segunda División, que bajaron de categoría y que, en algunos de los casos, siguen penando sus pecados en ese submundo futbolístico que es la Segunda B, sobre todo para equipos con potencial económico y social reconocible, y que en otros casos están semidesaparecidos o hundidos en la Tercera División cuando no en las categorías regionales. Y eso, sin recordar, a otros conjuntos que, en su momento, fueron importantes en la segunda categoría del fútbol nacional como la Cultural Leonesa, el San Andrés catalán, la Unión Popular de Langreo, el Atlético de Ceuta o la Asociación Deportiva Ceuta, el Constancia de Inca, el Calvo Sotelo de Puertollano, el Torrelavega, el Onteniente, el Marbella o incluso nuestro Jerez Industrial. Item de lo mismo podría decirse de equipos que fueron santo y seña durante una época de Segunda como el San Fernando, el Eldense, la Balona, el Melilla o el Villarrobledo por poner algunos ejemplos. Salvo las excepciones del paisanaje, ¿saben los aficionados que ha sido de la mayoría de estos equipos? Algunos tienen que esperar para conocer determinados resultados al lunes y, en todo caso, incluidos los equipos de Segunda B, al final de los carruseles radiofónicos de los domingos, cuando ya el encuentro último de la jornada carece de interés. Ese es el interés que se le otorga, a nivel nacional, a las categorías no profesionales de nuestro fútbol.
Y es que una vez que has caído, salir de ahí abajo, salvo raras excepciones, es tremendamente complicado. Vean el ejemplo del Real Oviedo, con una afición detrás numerosa y extraordinaria, con presencia de quince o dieciséis mil personas en el Carlos Tartiere cada domingo y lleva desde la campaña 2002/03 sin poder subir a Segunda e incluso ha bajado a Tercera. Lógicamente cada año hace un esfuerzo económico importante y la bancarrota es total y absoluta. El Logroñés, Las Gaunas de Primera, ha desaparecido y se ha reinventado ya varias veces y ahora hay dos equipos de la capital riojana en Segunda B, pero sin perspectivas de mucho más. El Alba, el del queso mecánico; el Alavés, el de la final de la antigua UEFA; el Castellón, subcampeón de Copa; el Tenerife, el euroTenerife, el Pontevedra, aquel famoso equipo del hay que roelo, la Cultural Leonesa de los Ovalle, Marianín o Villafañe...son ejemplos claros de que caer en el pozo es sinónimo de descalabro social y deportivo sin precedentes, sobre todo tal y como está el mundo del fútbol. En Segunda B solo se perciben los ingresos de socios, taquillas, ínfimas salvo casos que cumplen la excepción de la regla, y la publicidad, raquítica por demás ya que si escasea en Segunda ya me dirán en un fútbol con únicamente cobertura local.
Escribo todo esto, tiro de hemerotecas y recuerdos, porque el Xerez se encuentra, como ya expusimos en nuestra pasada edición semanal, en una situación límite y antes de ahora se escuchaban en el entorno de la entidad xerecista tambores de refundación, de comenzar de cero, de salir comprando una plaza en Tercera o Segunda B para iniciar un nuevo Xerez. Siempre me posicioné, con claridad, de forma negativa a esa idea que anidaba en la mente de muchos aficionados, porque comenzar de cero no es tan fácil como algunos pueden aventurar. Siempre me decanté por salvar lo que hay, que es mucho más de lo que podamos pensar, sentimientos al margen, aunque los sentimientos son los que mantienen a las entidades futbolísticas. Tener un equipo en Segunda División es una publicidad gratuita impresionante, y no es demagogia, para la ciudad. Es estar en el candelero nacional, a través de la prensa deportiva, a diario; es estar en las cadenas radiofónicas a diario; es estar en los carruseles cada fin de semana; es salir en televisión; es tener una presencia publicitaria cuyo impacto debe ser reconocido a nivel institucional y empresarial. El momento del Xerez necesita del apoyo de todos. Del Ayuntamiento dejando maniobrar sin poner chinitas en el camino; de la afición entregándose a la causa, sabiendo que los Pérez Rendón, Corchado o Millán están ahí en el consejo como vigilantes de lujo y de corazón azul; de las empresas colaborando, aunque los momentos no son idóneos, para mantener en Segunda al primer equipo de la ciudad y, lógicamente, habrá que contar con el trabajo honrado que se desarrolle de puertas hacia dentro del club y con esa mijita de fortuna que todo trabajo deportivo bien hecho necesita.Por eso, no rotundo a intentar una refundación y un sí claro y alto a un apoyo decisivo, sin fisuras, de todo Jerez a un Xerez que es el máximo representante deportivo de una ciudad que lo que necesita son alegrías.
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