—¿Flamenco a la 1 y Pepe Marín son una misma cosa?.
— Ja, ja, ja...¿Cuántos años hace de eso, Ángel? Flamenco a la 1 fue un programa que tuvo un impacto grande, pero fue en la época de las ondas medias, no existían las FM. La onda media la escuchaba todo el mundo. Estuvo en antena quince años de manera ininterrumpida y pasaron por él todos los artistas de Jerez y de otros lugares que venían aquí. Hay gente que aún me lo recuerda. Me gustaba. En la radio tenías que hacer todo lo que venía a mano y aquello funcionó. Pero no solo toqué el flamenco en ese programa, sino que entraba a nivel regional y nacional. Estuve una o dos temporadas con un programa semanal de carácter nacional a través de COPE. Se hacía en Jerez y se mandaba a Madrid. Yo estaba en conexión con compañeros de otras emisoras. Recuerdo a Agustín Gómez, de Córdoba, a Emilio Jiménez Díaz, de Sevilla, a Gonzalo Rojo, de Málaga, incluso gente que no pertenecían a la emisora y que mandaban crónicas. Tuve programas locales, nacionales y regionales.
—Me remonto a esa época porque sigues en activo, ahí has presentado esta semana la Fiesta La Bulería, antes La Petenera...
— Treinta y siete años me he llevado en La Petenera, aunque he fallado algún año porque tenía otras cosas. Ahora se ha editado un libro, sobre Rufino de Paterna, y vienen recogidos todos los carteles de todas las ediciones, desde que empezó en el 72, y yo estoy en el 95 ó 96 por ciento. Si no iba era porque me llamaban de otros sitios, como un año que ya estaba apalabrado para el Festival de Ceuta y le pedí a mi compañero Manuel Yélamo que lo presentase y dos o tres años que lo hizo Antonio Núñez.
—Los festivales han ido de tu mano presentadora, porque has estado en todos.
— Es cierto. En la provincia prácticamente los he presentado todos y fuera he presentado muchos, en Sevilla, Málaga, Huelva, Melilla, Ceuta...De flamenco, muchos festivales y de caballos, incluso más.
—¿Se puede decir que has matado el gusanillo de ese actor profesionales que llevas dentro?
— Ha sido un sucedáneo. Ser actor es muy complicado. Yo digo que debería haber tenido otra afición. Por ejemplo, ser pintor. Por qué, por la comodidad que yo le intuyo a un pintor de meterse en su estudio y pintar. No necesita a nadie más. Un actor necesita de los demás y eso es complicado. Reunir a gente que estudie, ensaye, trabaje para poner una obra dos o tres veces, no compensa. Yo he representado más de un centenar de obras de teatro, pero con carácter profesional. Mi trabajo era estudiar y trabajar en el teatro y me recorrí España entera.
—Porque tú ibas para actor
— Yo empecé siendo actor y un día...
—Estuviste incluso en Madrid.
— Sí, estuve en Madrid también. Te decía que un día, en Torremolinos estábamos en una zona que le llaman La Nogarela. Estábamos representando Las Tonadillas de Granados y entonces se iba a formalizar una emisora que era Radio Popular en Málaga. Aspiroz, un vasco, iba a ser el director y me vio, me oyó y me propuso irme a la emisora. No lo pensé dos veces y dije que sí. Estaba un poco cansado de estar por ahí, haciendo bolos, de dormir en los sitios más inverosímiles. Hemos pasado calor, frío, de todo. Incluso si quieres te cuento una anécdota.
—Claro.
— Mira, en Salamanca me dio la risa. Eso que dice que a la gente le da la risa del frío es verdad, a mí me dio. Una noche íbamos a actuar en Valladolid, pero paramos en Salamanca y al salir del autor, aquellos autocares de entonces, te hablo de hace más de 40 años, me dio un ataque de risa, me volvieron a meter en el autocar, me envolvieron en una manta...He dormido en una bañera de un cuarto de baño en un hostal que no tenía habitaciones, en los toldos de los camiones que llevaban los decorados de Antonio El Bailarín, en El Alcázar de Almería porque no había hoteles, solo estaba uno pequeñito, La Perla recuerdo, que estaba copado por El Cordobés para su gente. Era una vida que se aguantaba con 20 años, pero llega un momento que te cansa y surgió lo de Radio Popular en Málaga, pero yo seguí haciendo teatro, aunque lo alternaba, ya no era un primer trabajo.
—Y de Málaga a Jerez
— Yo venía de tránsito hacia Madrid. Me propusieron venir a Jerez para hacer la nueva emisora. Hacer en el argot significa darla a conocer, placearla, porque yo en Málaga había tenido mucho éxito. Lógicamente me conocía mucha gente del teatro, de los espectáculos que presentaba y pensaron que podía ser bueno que viniese. Vinimos tres compañeros, Juan Antonio Navarro, que ya ha fallecido, Antonio Guadamuro y yo. Guadamuro vino para los deportes pero no cuajó, estuvo unos meses y se marchó y Navarro, que falleció aquí, y yo seguimos. Me quedé porque me encontré una ciudad muy cómoda para vivir y estaba ya un poco cansado, había estado cuatro años en Madrid y aquello era una vida muy ajetreada y pensé quedarme aquí, pero un día me llamaron de Madrid. La Cope no era la Cope, sino Radio Popular hasta que se abrió la central de Madrid y luego, por la Ley de Fraga y demás, se formalizó la COPE. Se abrió la emisora de Madrid y me llamaron, pero yo había caído muy bien aquí en Jerez, vivíamos en la calle Porvenir, en el centro, las condiciones que me ofrecían tampoco eran para tirar cohetes, ya había conocido a la que iba a ser mi mujer, Milagros, me lo pensé y ví que no me compensaba.
—Además, por las tardes, hacías el programa Club de Amigos y cuando salías a la calle hasta tenías que firmar autógrafos.
— Sí, sí..., aquello fue también un bombazo. Ocurre que, por aquellos años, los locutores de provincias éramos figuras, pero era por falta de otras emisoras. Aquí éramos Radio Jerez y Radio Popular. Y nosotros al ser más nuevos y llegar gente más joven.., porque en Radio Jerez estaban Manolo Fernández Peña, que en paz descanse, y Manuel Deportista. Había poca gente y ya estaban un poco quemados y al llegar con otro estilo, otra fórmula, otras voces, la gente nos acogió muy bien. En definitiva, que me quedé aquí y en febrero hará 45 años.
—¿Cuántos años tiene El Seminarista?
—La misma edad. Ja, ja, ja...El seminarista como mínimo es abad. Qué barbaridad.
— Cómo te pedían y te volvían a pedir aquel poema.
—Y me lo siguen pidiendo. Aún hay gente que me lo recuerda. Hace algunos días en la parada del autobús una señora se me acercó y me preguntó si yo era Pepe Marín. Me dijo que me oía, que escuchaba El seminarista y que le gustaría tenerlo. Y le dije que hay una grabación que sigue a la venta, en Papelería Consistorio que está en el centro y en la zona de Torres de Córdoba. Un día me lo pidieron y les dí varios ejemplares. Se hicieron dos ediciones. La primera en casette, porque no había CD, que se agotó y luego ya se hizo una segunda con otros romances y otras cosas.
Nos citamos en la redacción del periódico. Cuando se ven dos compañeros con una amistad de muchos años, la entrevista se convierte en una charla agradable, de recuerdos, de vivencias y hasta de confidencias...
—La radio me gusta para trabajarla. Para escucharla soy muy malo. Soy el peor oyente y el peor televidente que pueda existir. Me gusta leer, por encima de todo. Leer mi libro, que no soy de las nuevas tecnologías, como yo digo me he quedado desfasado. Me gustan mis libros y escribir, pero no escuchar la radio. Mi mujer tiene un aparato en cada habitación para irla oyendo vaya por donde vaya y, alguna vez, me paro en alguna vez me paro en alguna tertulia que me pueda interesar, pero tampoco se ofrecen cosas.
—El impacto que tenía la radio de tu época y el de ésta ha cambiado.
—Claro. Hoy en provincia no se hace nada. Luis del Olmo, Carlos Herrera, Francino...,entre cuatro o cinco parten el bacalao y en las emisoras locales quedan unos minutos para informativos.
—Aquella radio era muy bonita.
—La de hoy no tiene chiste alguno. Hacíamos una radio absolutamente local y teníamos un público a diario que nos seguía, que llegaba la hora de Club de Amigos y encendía la radio y estaba ahí o con Flamenco a la 1. Hoy no lo sé, porque no la vivo, pero no tengo noticias de programas que la gente siga, a no ser los deportivos.
— La radio de antes no se entiende sin el flamenco de Pepe Marín. ¿Cómo llegaste al flamenco?
—Verás. En Málaga tenía una conexión con el flamenco, también por el teatro. Hacíamos algunas obras como la historia de Los Tarantos o Currito de la Cruz donde el director, la directora o el empresario quería que hubiese un apartado para el flamenco, un tablao de estilo popular y entable amistad con un compañero, un bailaor, Manolo Arenas, que por cierto ha fallecido y tengo sobre mi alma una historia triste de eso. Trabaja en La Taberna Gitana y en El Pimpi. El Pimpi sigue existiendo frente al Teatro Romano y luego se enroló en un grupo de ballet y bailaba en los hoteles de Torremolinos. Estuve algunas veces en la semana flamenca de Málaga con las figuras de entonces..., pero mi afición real nació en Jerez. Yo hacía programas de música de los Beatles, de los Rolling, de lo que estaba de moda pero a mí lo que me gustaba era la música negra, gente como Areta Franklin o Diana Rosse. Me gustaba y me sigue gustando porque tiene un carisma especial y eso me metió en el flamenco. Lo percibí muy claro. Hay unas raíces en esa música negra que ya la asimilo mucho con la del flamenco y estando en Jerez y alrededor de la gente de entonces, Sordera, Terremoto, Agujetas, con los que coincidía en fiestas y en reuniones. Me lo pensé muy bien antes de dar el paso hacia el flamenco. Hacía programas de música para joven, pero llegaría un momento en que ya no tendría edad, pero para el flamenco sí .
—Porque es eterno
—No tiene edad. Me da igual que tengas 60 ó 90 años, mientras que tengas la cabeza en tu sitio y puedas hablar, puedes estar ahí. Eso me condujo al flamenco, pero sobre todo la conexión de la música negra a la música de la etnia gitana. .
— ¿También ha cambiado mucho el flamenco?.
—Ha cambiado mucho. Hay gente, pero gente que está mediatizada con todo estos adelantos. Yo ahora, Angel, cuando se anuncia un festival o un recital me lo pienso mucho antes de ir. Quién viene, quién es. Fulanito. Y no me dice nada. Se me ha parado un poco el reloj. Esto debe ser consecuencia de la edad, no es otra cosa. No es que haga de menos a gente que está ahora de manera definitiva. Hay gente que todavía te da el pellizco, pero... He estado viendo por televisión unas imágenes de la Bienal y ha salido un chico de Huelva, Arcángel. Un tío encantador, al que yo he presentado hace tres años en La Petenera o en Vejer, tiene una bonita voz, pero, te lo juro, llega un momento que no me dice nada ese tipo de cante por colombianas, guajiras y demás, Si no hay un cantaor que me haga la siguiriya o la soleá no trago...y que me lo haga por derecho.
—-Lo que sí te dio el pellizco definitivo fue Jerez.
—De siempre. Si no, no estaría aquí.
—Y además has sido de todo, hasta Rey Mago.
—Lo último ha sido ser miembro numerario de la Academia y hay una cosa que está ahí pendiente, que no sé si algún día saldrá y que se quedó en el olvido como era el título de hijo adoptivo. La verdad es que nunca he entrado en eso. Fue Manolo Ríos quien lo propuso y a él se sumaron mucha gente en un momento determinado pero eso no salí y se ha olvidado. A lo mejor algún día alguien saca esos papeles de un cajón, porque me consta que están todos. Un amigo mío los recopiló y los mandó al Ayuntamiento. Pero da igual, yo con título o sin título me siento jerezano
—¿Quién te iba a decir que ibas a terminar en Jerez?
—Nunca se sabe. Uno es de donde pace y yace. Yo no puedo olvidar mi tierra, Málaga, porque allí tengo a mis hermanos, mis sobrinos, mis raíces, ni infancia, mi juventud. Ya desgraciadamente faltan mis padres. Cada vez voy menos porque me cuesta coger el coche y meterme en carretera y como tenemos unas comunicaciones que parece que las ha hecho un demente..., mis primeras pedradas fueron en Málaga y los primeros ligoteos, pero aquí conocí a la que luego iba a ser mi mujer, nacieron mis hijos y estoy encantado. Y eso que cuando llegué Jerez era un pueblo. Tú lo sabes. Había un contraste tremendo, no había nada. La calle Porvenir empedrada y con una bombilla en el centro...
—Y el ambiente cultural...
—Nulo. Llegamos un 28 de febrero y se abrió la emisora en mayo. En ese tiempo solo puede asistir a un acto cultural cofradiero, la presentación de Luna de Nisán de Antonio Gallardo, que se hizo en el sótano de Caja de Ahorros en Plaza del Arenal. Ví que había un terreno abonado para hacer cosas. Organicé fiestas para la juventud, teatros, desfiles de moda, hasta un belén viviente en la plaza del Progreso.
Historias de hace años, como aquel 19 de marzo en que tenía que estar en tres sitios a la vez. Haciendo de Padre Pitillo en San José, presentando un desfile de aquel Galas de Ángel Morán en el Club Nazaret y un desfile de modas en Cuatro Caminos, en Alfonso, al que tuvo que ir su compañero Manolo Durán, o a la exposición de posters dedicada a Picasso con chanquetes prefritos por su madre y enviados desde Málaga. o aquellas revistas habladas, con Lobatón o Vritudes y Alfonso Páez. Pepe Marín, aunque nació en tierras costasoleñas, es historia viva del mundo de la comunicación y del arte de Jerez en el último medio siglo.
Jerez
"Si no me cantan por siguiriya o soleá por derecho, no trago"
Actor, periodista, locutor, presentador. Después de más de media hora de amena conversación no le pregunté cómo quería que le presentase, pero entiendo que la palabra Comunicador, con letras mayúsculas, es la que mejor le define.
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