El Jueves

Via Crucis talla XXL

Comienzo a asomarme cada jueves a esta ventana para contar cosas. Espero verle ahí, aunque la decisión de leerme siempre será suya...

Comienzo a asomarme cada jueves a esta ventana para contar cosas. Espero verle ahí, aunque la decisión de leerme siempre será suya. Hasta que pase la Semana Santa mis opiniones, de las que soy único responsable, llevarán sello cofrade. Después, esta columna será un cambalache, de cosas útiles o no, como en El Jueves. Si quieren, aquí les espero. Les estaré muy agradecido.

El resultado lo tendremos el domingo, cuando descansen los cuatro zancos del último paso en el suelo de una Iglesia. Aventurar que va a ser un rotundo éxito o un estrepitoso fracaso es absurdo, dado el poco tiempo que resta para conocer en qué va a quedar este traje que le han cortado a la ciudad. Sevilla siempre guarda las formas y el sentido del saber estar ante cualquier situación. Con este Vía-Crucis se han tomado mal las medidas. El patrón para confeccionar la prenda ha estado equivocado desde el principio. A partir de ahí, nada ha funcionado como debía.

El corte parecía que salió bien y las piezas -aunque algunas no ajustaban como debieran- se fueron uniendo. La prenda se preparó para la primera y única prueba y ahí vinieron las complicaciones: todo casaba medianamente bien, pero no se había contado con la opinión de los que tendrían la responsabilidad de que el traje quedara perfecto. Error.

Y así, los primeros hilvanes hubo que descoserlos a instanciasde la Subdelegación del Gobierno, que se encontró con demasiados alfileres peligrosos, olvidados entre los pliegues, que podían causar heridas. A descoser y coser de nuevo, aunque ya con las piezas definitivamente cortadas y con alguna posibilidad de enmienda, aunque no de arreglo. Y casi sin tiempo para una segunda prueba.

Con algo de premura visto desde fuera, la prenda ha quedado definitivamente confeccionada. Alguna que otra queja y rumor de mal gusto se han oído, de aquellos que asistirán como participantes activos y pasivos. Pero todas en voz baja, en las barras de los bares, algo que aquí marca moda y tendencia desde tiempo inmemorial.

Ahora queda ver si el traje ha quedado bien adaptado al cuerpo. Eso lo sabremos el domingo, cuando lo veamos en la pasarela de la avenida de la Constitución. Si queda ajustado, se marcarán los defectos del cuerpo y habrá incómodas arrugas. Si queda ancho, no se podrá evitar que alguien diga que Sevilla, de esa guisa, parece un payaso.

Lo fácil que hubiera sido haber vestido a la ciudad para esta celebración. Con una túnica. Una simple túnica. Morada para más señas.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN