Nacido en Granada en 1879, Emilio Herrera no sólo destacó como piloto y militar, sino que su carrera en el mundo de la aeronáutica, con inventos que sirvieron como base para futuros avances en su campo. En 1906 cruzó el Canal de la Mancha y con posterioridad dirigió la Sección de Globos Aerostáticos durante la campaña militar en Marruecos, donde realizó el plano territorial a base de fotografías aéreas, entre ellas las que tomó en su primera travesía del Estrecho de Gibraltar.
Viajó a Estados Unidos en 1915 para comprar aparatos y montar una escuela de pilotos de hidroaviones española. Su experiencia en la I Primera Guerra Mundial le sirvió para crear en 1918 el Laboratorio Aerodinámico de Cuatro Vientos, donde inició el diseño de vestimentas y sistemas de respiración para la navegación aérea.
En 1935 presentó un proyecto de ascensión estratosférica en un globo de 37.000 metros cúbicos, con barquilla abierta, en el que debía ascender a 26 kilómetros de altitud protegido por una escafandra del espacio.
Su escafandra y el traje espacial de 1935 inspiró los equipos de los astronautas de EEUU y la URSS en sus viajes espaciales. La NASA le ofreció colaborar en el primer viaje tripulado a la Luna, pero rechazaron su proyecto de instalar una bandera de España, junto a la estadounidense. El propio Neil Armstrong regaló a un allegado de Herrera, trabajador de la NASA, una roca selenita, que fue instalada en el Museo del Aire de Cuatro Vientos, de donde desapareció.
Herrera, que había jurado lealtad a la República, vivió en el exilio en Chile y Francia y falleció en Ginebra (Suiza) dos años antes de la hazaña de Armstrong.