El Jueves

Esperanza y final

Es bueno recordar y no olvidar. Les aseguro que yo no olvido nada. Desde que una vez leí que “los pueblos que no tienen memoria están condenados a caer en los mismos errores”. Pues eso. Aplíquense la fórmula.

Están ustedes de suerte, porque hoy será la última vez de este 2014 que vean mi firma en este diario. Si hacen cuentas, dentro de siete días será Navidad y en siete más será Año Nuevo, por lo cual no podrán tocar con sus manos estas letras, que los que estamos a este lado del papel también tenemos derecho a alguna fiesta que otra. No todo va a ser contarles lo que pasa. En ocasiones también nos merecemos ser parte de la actualidad, esa que no es otra que las fiestas que se acercan. Hoy, en el día de la Esperanza, se escriben (y se leen) los últimos párrafos, el final de este batiburrillo de ideas de actualidad o no, con el que cada semana he pretendido entretenerles (ojalá lo haya conseguido) y al que, desde que nació, convenimos en llamarlo El Jueves.

A lo que vamos, ¿recuerdan aquella escena de “Salvar al Soldado Ryan”, justo al final, cuando Matt Damon pregunta -siendo viejecito- si había sido digno de vivir? Bueno, pues algo así les recomiendo que hagan ahora. No que se pregunten si han sido dignos de vivir durante el año, porque todos ustedes lo han sido. Les recomiendo que se paren unos momentos y se pregunten cómo ha sido el año, a pesar de que le falten aún un puñado de días para que concluya. Piensen y repasen todo lo que queda atrás.

Se trata sólo de eso. Mientras que lo normal es que se hagan grandes propósitos, yo les recomiendo que miren hacia atrás, que recuerden y aprendan de lo recordado. Porque, en este tipo de repasos, aparecen lo bueno y lo malo; algunos de los que están y los que quizás salieron de su vida, no necesariamente por marcharse al otro mundo, sino porque ya no les aportaban nada a lo que cada día usted busca.

Háganlo durante estas jornadas y seleccionen su felicidad, la que desean para 2015, cuando empieza a agotarse 2014. Olvídense, de momento, de las previsiones del gobierno y de Bruselas, de ese supuesto 2,5% puntos que dicen que crecerá la economía. Lo que tenga que ser, será.  Porque ya lo han planificado por usted y por mí. Dediquen, por el contrario, un rato de cada día a recordar lo que dejan atrás: el pasado, inexorable juez que sirve para no caer en lo mismo en el futuro.

Es bueno recordar y no olvidar. Les aseguro que yo no olvido nada. Desde que una vez leí que “los pueblos que no tienen memoria están condenados a caer en los mismos errores”. Pues eso. Aplíquense la fórmula.

Hoy, más que nunca, no pierdan la esperanza. Sean felices en Navidad y que 2015 sea venturoso.

Gracias por estar ahí. Les espero a la vuelta de la esquina.
 

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