El Jueves

No vino casi nadie

La manifestación celebrada en París tras el atentado a la redacción del diario Charlie Hebdo se nos ha colado en nuestras casas a través de las numerosas imágenes que han ofrecido las televisiones y el resto de medios de comunicación...

La manifestación celebrada en París tras el atentado a la redacción del diario Charlie Hebdo se nos ha colado en nuestras casas a través de las numerosas imágenes que han ofrecido las televisiones y el resto de medios de comunicación. Hemos podido ver a un importante número de jefes de estado, agarrados de sus brazos, en la cabeza de la misma, así como a otros que, en peculiar estrategia semanasantera de conseguir primera fila, utilizaron sus codos para tal fin. Claro ejemplo de ello Nicolas Sarkozy, que en su condición de ex no racaneó esfuerzos para abandonar esa segunda línea de protagonismo que le correspondía y situarse en la cabecera, tuviera a quien tuviera a su lado. Pero esto, tan sólo, es una mera anécdota. El hombre está quizás necesitado de aplausos y la ocasión era propicia para ello. También ha llevado a las excusas de la primera potencia internacional, Estados Unidos, que ha llegado hasta a justificar la no presencia de Obama para no restar protagonismo.

No he podido por menos que recordar la manifestación oficial de repulsa a los atentados que conmocionaron a nuestro país el 11 de marzo de 2004. Aquella impresionante marcha celebrada al siguiente día de la barbarie, en la que los más de dos millones de asistentes coreaban bajo la intensa lluvia aquel grito que aún me estremece de “No está lloviendo, Madrid está llorando”, pudieron contar con la presencia de los miembros de la Casa Real -algo inaudito hasta el momento- junto con los miembros del gobierno y resto de políticos españoles, así como con el Presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi; el Primer Ministro italiano, Silvio Berlusconi; el Primer Ministro portugués, José Manuel Durão Barroso; y el Primer Ministro francés, Jean-Pierre Raffarin. Nuestros más cercanos vecinos. Y ya está.

Los asistentes internacionales a aquella manifestación de 2004 y lo que hemos visto en la celebrada en París me lleva a realizar, quizás maliciosamente, una comparación y por tanto unas preguntas que no me sé contestar: ¿es por haber sido un medio de comunicación el blanco de las iras yihadistas el motivo por el que tanto dirigente de primer orden decidiera coger el avión a París? ¿Tiene esto mayor peso que nuestras 192 víctimas y los 1.858 heridos de aquel marzo tan negro? ¿O quizás fue que el segundo mayor atentado cometido en Europa hasta la fecha, con 10 explosiones casi simultáneas en cuatro trenes en hora punta de la mañana, se produjo a las puertas de unas elecciones generales?
Piénsenlo y si tienen la respuesta, por favor me la cuentan.

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