Jerez

Piden 18 meses para el agente que mató a un joven en Jimena

El guardia civil dijo que verificaba la pistola cuando el arma se disparó

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  • La acusación particular solicita 11 años y seis meses de cárcel y una indemnización de 300.000 euros
  • El abogado del Estado solicita la absolución para el presunto autor de los hechos
En la sección de la Audiencia Provincial de Algeciras se celebró ayer el juicio que se sigue contra el guadia civil M.A.R.L., por un supuesto delito de homicidio por imprudencia. Los hechos se remontan al 12 de junio de 2006 cuando el agente de la Benemérita prestaba un servicio de vigilancia en un vehículo marca Renault 19, que se hallaba en el punto kilométrico 23 de la carretera de Jimena.

En ese momento, se le escapó un disparo de su pistola reglamentaria, una semiautomática de 9 milímetros parabelum, de manera accidental, hiriendo de muerte en la cabeza al joven que entonces contaba con 21 años M.J.G.E., que viajaba en una furgoneta, junto con otras dos personas, en la parte derecha del automóvil.

El fiscal pide para el acusado un año y seis meses de prisión e inhabilitación especial, así como el pago de 25.000 euros de indemnización al padre de la víctima. Mientras, la acusación particular solicita una prisión de 11 años y seis meses y una indemnización de 300.000 euros, a abonar por el acusado y por la responsabilidad civil, que recae en la Dirección General de la Guardia Civil. Por su parte, el abogado del Estado solicita la absolución.

Declaración
A preguntas del fiscal, el acusado declaró que, el día de los hechos, a las 14.00 horas, salió de Jimena “con celeridad, para hacer el relevo a un compañero en una vigilancia en la que se aguardaba la presencia de una persona que iba a comprar droga a La Línea”.

El vehículo de la Benemérita se “encontraba fuera de la calzada, semioculto entre ramas y hojas, por debajo del nivel de la vía”. Sobre las 14.55 “comprobé que no había verificado la pistola, como hacía todos los días”. Por ello, sacó el arma “y constaté que no había un proyectil en la recámara pero al girar el martillo” vio suciedad y echó “la corredera para detrás, la aguantó y la limpió y, al echar la corredera para adelante, para efectuar el disparo en seco, salió una bala”. Entonces dice que se quedó “paralizado, porque se asustó y en la corredera había otra bala, que retiró”. Tras el disparo “subí a la carretera y vi dos vehículos parados y a dos chavales que me decían que pidiera una ambulancia. Me acerqué a la furgoneta y supe lo que había pasado. Después llamé desde mi teléfono a la central”.

Tanto en la declaración del acusado, como en la de sus otros cuatro compañeros que testificaron, las preguntas del fiscal y del abogado de la defensa se centraron en cuestionar con qué frecuencia se lleva a cabo la verificación del arma, por parte de los agentes, así como el lugar elegido en cada caso, para realizar este tipo de operaciones, junto a hacia dónde se dirige el disparo en seco.

En todos los testimonios, los agentes de la Benemérita corroboraron que, está establecido que se lleve a cabo dicha verificación, pero no así la asiduidad de la misma, aunque reconocen que, lo habitual, es que se realice una o dos veces al día.

Sobre la idoneidad del lugar elegido por el acusado para dicha verificación, los testigos corroboraron que suele realizarse en aquellos lugares en los que no exista peligro, ni para la persona que manipula la pistola, ni para terceros.

También prestaron declaración, en la prueba pericial, dos guardias civiles propuestos por el fiscal como peritos, los cuales aseguraron que después de acudir al lugar de los hechos para tomar “datos de campo”, realizaron “con un modelo del vehículo y del acusado, una animación y se concretó la salida del proyectil,  así como la trayectoria que realizó el mismo, hasta herir de muerte, en la parte trasera derecha de la cabeza del joven fallecido”.

Recurrirá
Antes de iniciarse la vista, el abogado de la acusación particular abogó por el “derecho a un juicio imparcial” y recordó que propuso “en su momento la recusación perola sala no admitió la causa”. Aludió al Tribunal Superior de Justicia de Andalucía con el argumento “sobre contaminación” de la vista y presumió “la vulneración del derecho de imparcialidad, al solicitar el fiscal una condena por homicidio por imprudencia” circunstancia que, a su juicio, “se produce porque se ha entrado en un juicio de valor, por lo que el padre del fallecido ha presentado un recurso en este sentido”.

Por ello, expresó su deseo de “permanecer en la sala pero no intervenir”, ante su deseo de recurrir la sentencia, cuando ésta se emita. Tanto el fiscal como los abogados de la defensa y del Estado, expresaron no compartir el posicionamiento del letrado de la acusación particular.

El tribunal se retiró a deliberar y, después de 20 minutos, su titular manifestó que la imparcialidad no había sido “afectada por las resoluciones dictadas en grado de apelación”. No obstante, “queda abierta la posibilidad de que, en función de lo que pueda acontecer en el juicio oral, tras la práctica de las pruebas, pudiera dictarse sentencia en base a la calificación  emitida por la acusación particular”. Por tanto, el tribunal dejó a la acusación “con libertad de criterios su actuación procesar a seguir en el juicio”.

Crispación
Tanto durante el tiempo de espera hasta el comienzo del juicio de ayer, como durante el mismo, se podía constatar la tensión que existía entre las personas que se dieron cita en la sala de vistas. Murmullos, cuando prestaban declaración los guardias civiles, compañeros del acusado y comentarios en voz baja, que en algunos momentos se hacían perceptibles para las personas que asistían al juicio.

En el primer banco se hallaban los padres y familiares del joven fallecido por el disparo, de riguroso luto. En las manos de la madre del fallecido, se podía apreciar un marco con la foto del hijo que perdió.

Uno de los momentos más tensos  fue cuando el acusado, a preguntas del fiscal, relataba cómo sucedieron los hechos. Visiblemente abatido durante toda la vista, el guardia civil se emocionó en varias ocasiones. En una de ellas, el padre del fallecido le preguntó, de modo sarcástico, si le daba un pañuelo. El magistrado ordenó que abandonara la sala y el edificio de la Audiencia.

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