El Jueves

Majda

Cuando llegó en el año 2003 a Sevilla traía una maleta cargada de ilusiones y sueños...

Cuando llegó en el año 2003 a Sevilla traía una maleta cargada de ilusiones y sueños. No venía de su Larache, la localidad de Marruecos donde nació. Su periplo había comenzado en Italia donde tuvo la buena vista de formarse para poder formar parte del aparentemente sencillo sector de la hostelería. Junto con sus sueños y sus prematuras alegrías, un puñado de títulos por cursos realizados para poder ser alguien desde detrás de la barra de un bar.

En 2008 encontró la estabilidad en la cafetería del Hospital de San Juan de Dios en Bormujos, en manos de una concesionaria, la firma Sodexo. Un trabajo con el cual salir adelante ella y sus tres hijos. La vida comenzaba a sonreírle.

Pero esa sonrisa iba a durar poco: de la mano de la encargada de la cafetería, Majda comenzó a recibir un trato “vejatorio y degradante” (según se recoge en la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía), que al que escribe estas líneas le revuelve el estómago y le hace pensar cómo puede haber personas que traten a otras, incluso en público, con términos como “mora de mierda” e “hija de puta”. Y de las palabras también se pasaron a los hechos: no sólo fue necesaria la intervención de un cliente para evitar males mayores sino que tras una intervención quirúrgica a la que fue sometida, su encargada la obligó a no faltar a su puesto de trabajo al siguiente día. Esto le provocó un preocupante empeoramiento en su salud.

Majda, con una baja por enfermedad, fue despedida por bajo rendimiento, despido que ahora vuelve a estar en los tribunales. La nueva concesionaria de la cafetería es ahora la firma Eurest Colectividades, subrogada de la anterior, y que contra todo pronóstico mantienen en su puesto de trabajo a la acosadora, ya habiendo sido ésta condenada por el alto tribunal al pago de una indemnización y al “cese de la conducta hostigadora”.

Lo realmente llamativo de todo esto es el silencio que mantiene la Hospitalaria Orden de San Juan de Dios y el SAS, que de alguna forma pueden considerarse responsables subsidiarios de los hechos. No dice nada bueno este silencio ante los constantes abusos y vejaciones a los que se ha visto sometida Majda. Como tampoco que la empresa empleadora, Eurest Colectividades, sea la concesionaria de otras cafeterías de centros oficiales, como la del Congreso de los Diputados, donde sus señorías debaten leyes y velan por el interés de todos los españoles.

Todo parece, no me lo negarán, un chiste malo. O más bien macabro, porque gracia no tiene ninguna.

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