Tres años trabajando sobre el terreno, sin hacer ruido, con la ciencia como única compañera de trabajo y con el aval de contar con el visto bueno del Plan Nacional de Investigación, que concedió un importe de 96.000 euros para la ‘Evaluación del impacto a la atmósfera e implicaciones en la calidad del aire de lixiviados ácidos en depósitos de fosfoyesos’.
Desarrollado por la Unidad Asociada al CSIC-UHU Contaminación Atmosférica del Centro de Investigación en Química Sostenible, con el catedrático de geoquímica Jesús de la Rosa al frente, el proyecto aún está en fase de estudio, pero ya se pueden extraer algunas conclusiones, que inciden directamente en el futuro de las balsas de fosfoyesos: “La balsa 3 contiene elementos o residuos que no son genéricos fosfoyesos y, como tal, hay que tratarlos de distinta manera”.
Es es el objetivo que persigue este estudio, según ha indicado De la Rosa a Viva Huelva, y el motivo por el que la unidad presentará alegaciones al proyecto de Fertiberia y a su estudio de impacto ambiental, que están precisamente en fase de exposición pública.
La clave es el impacto que podría tener esta balsa -objeto de estudio de este proyecto- en la calidad del aire de Huelva y, de hecho, eso fue precisamente lo que motivó el estudio. “En enero de 2014 hubo un episodio de malos olores, olía a fosfórico y el viento indicaba claramente que venía de las balsas, ya tenía algunos análisis y sabía que se producía evaporación en la balsa, así que fue ahí cuando lancé la alerta”.
Desde entonces, muestra a muestra cada semana, comprobaron que en la balsa 3 se había producido una “anomalía geoquímica”, algo que “se escapa de lo que es la composición media de la Tierra”.
Según explica De la Rosa, “la balsa 3 tiene algo más que fosfoyesos, tiene sales de flúor y lixiviados ácidos con altas concentraciones en uranio, cadmio, arsénico y cromo, entre otros”.
Y algo que no debe pasar desapercibido: “Después de tres años de investigación, podemos saber que hay impacto de la balsa 3 en el aire de Huelva puntualmente”. Si bien matiza que es muy por debajo de los valores recomendados, el catedrático de la Onubense también pone el acento en que “hay un elemento que sí nos preocupa, un compuesto nuevo que nunca se había descrito en el aire de Huelva, que es el flúor”.
Y en esta línea insiste: “Aunque los niveles de flúor no son alarmantes, no tenemos por qué arriesgarnos a que se evapore -a través del agua de la lluvia-, y para eso hay que actuar en la balsa”.
Proyecto de ingeniería
La segunda fase de este proyecto incluye un proyecto básico de ingeniería que propone cómo actuar en la balsa 3, que a juicio de De la Rosa “es la peor, es como el Titanic; si eran las mujeres y los niños primero, aquí es la balsa 3 primero”.
Esta propuesta, que ya está en manos de la Junta de Andalucía y de Fertiberia -trabajan codo con codo con la Administración autonómica, con los permisos de la empresa para acceder a las balsas- y que ahora conocerá el Ministerio de Medio Ambiente a través de sus alegaciones, tiene un plazo de ejecución de diez años y supondría una inversión de 35,5 millones de euros.
Se plantean dos opciones: “El desalojo o el encapsulamiento de la balsa 3, esto es, el aislamiento total, pero teniendo en cuenta que la sentencia judicial dice que no se podrían tocar los residuos, habría que desalojarlos”. En definitiva, dos opciones: “O tratamiento ‘in situ’ o desalojo a un almacén de residuos tóxicos”. Pero, en ningún caso, la clausura genérica que plantea la empresa para todas las balsas.
