Todo está ferpecto

Polarización y frivolidad política

La recuperación económica por la crisis de 2008 fue lenta y desigual. El debate está marcado por la polarización y la frivolidad desde entonces

Publicado: 28/07/2020 ·
17:38
· Actualizado: 28/07/2020 · 17:42
  • Monedero, cofundador de Unidas Podemos. -
Autor

Daniel Barea

Yo soy curioso hasta decir basta. Mantengo el tipo gracias a una estricta dieta a base de letras

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Supongo que nunca es el día adecuado para enfrentarse al Apocalipsis, pero la pandemia nos ha pillado en un muy mal momento. La crisis financiera de 2008 tuvo unas consecuencias económicas y laborales devastadoras. Pero también afectó a la credibilidad de las instituciones. El caso Gürtel, que apuntaba Génova, y el escándalo de los ERE, que llevó al banquillo a los gobiernos  socialistas de Andalucía durante veinte años, debilitó enormemente a los dos grandes partidos. Las inapropiadas aventuras del Juan Carlos de Borbón hirió gravemente la reputación de la Monarquía. Las revelaciones del comisario Villarejo y la impunidad con la que los independentistas catalanes han burlado la ley con la connivencia del aparato judicial catalán han terminado de dibujar un panorama en el que ninguno de los poderes ni quienes deben garantizar el Estado de Derecho se libran.

La recuperación económica, a partir de 2015, fue lenta y desigual. La fragmentación en el sistema de partidos, propio de países sumidos en crisis, se mantuvo. Y, a partir de entonces, el debate público ha estado marcado por la polarización y la frivolidad.

Unidas Podemos y Vox son las dos caras de una misma moneda. Ambas formaciones surgen de la frustración y se alimentan del conflicto. Las provocaciones entre ambos partidos son permanentes. Simplifican a posta la realidad para que solo se pueda tomar parte de uno o de otro, con un discurso muy básico, de trazo grueso. Lo califican de políticamente incorrecto y sin complejos, pero realmente es agresivo, lleno de prejuicios, contrario a las libertades, intolerante. Ayer se pudo apreciar en redes la dinámica. Juan Carlos Monedero es expulsado por “unos energúmenos que dicen ser de Vox” de un establecimiento hostelero de Sanlúcar. El suceso es reprobable. La formación de Santiago Abascal lo justificó. Y la de Pablo Iglesias aprovechó para tildarlos de ultras. No había espacio para una reflexión sensata porque lo sensato se confunde con la equidistancia y la tibieza.

La frivolidad la sufrimos a diario y a todos los niveles. Los aplausos a Pedro Sánchez a su vuelta del Consejo Europeo que pactó las condiciones del rescate de España dan vergüenza ajena. El modo en que el Gobierno catalán ha perdido el control de los brotes de coronavirus o las declaraciones de Fernando Simón son dos ejemplos más de cómo abordar los problemas sin una pizca de responsabilidad: unos se creen superiores pese a todo por razones étnicas y siempre encontrarán a alguien que no es catalán para culparlo de sus males y el otro simple y llanamente tendría que haber dimitido por vergüenza torera. Pero también sufrimos episodios de frivolidad a otros niveles. En Andalucía, PP y Ciudadanos andan negociando una reestructuración del Gobierno para sumar nuevas consejerías. En la provincia de Cádiz, Ciudadanos está a la gresca entre compañeros por cuotas de poder, Adelante Andalucía se rompe en pedazos y en el PP siguen sin  resolver la crisis abierta por un concejal que acabó en la Jefatura de la Policía Local por conducir triplicando la tasa de alcoholemia. Con segunda ola o no en el horizonte más cercano, estamos apañados...

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