El maestro José Luis Cuerda nos deja, pero permanece su rico legado. Aquel momento en el que un viejo labrador, sentado, liándose un cigarrillo, mira fijamente a una calabaza, plantada en su huerto, y le dedica una oración, que concluye:
yo te llevo en el corazón. Es una de las secuencias más concluyentes de
Amanece que no es Poco, que describe la soledad en la vejez.
Este pequeño homenaje al padre del absurdo es también para los agricultores, campesinos, aceituneros andaluces, a los que las administraciones les llevan dando calabazas durante las últimas décadas. Hete aquí que ya han dicho basta. Sus movilizaciones lo demuestran. Su paciencia se ha agotado. Han conseguido, de momento, que el Gobierno central les abra un hueco entre sus prioridades.
El ministro Planas, del que hasta Bendodo habla bien, tiene en su mesa un problema poliédrico, de difícil resolución. Nadie se explica (o sí) por qué los precios en origen son tan bajos, y tan altos en destino.
Las organizaciones de consumidores y agrarias llevan denunciando año tras año la política de venta a pérdida de algunas grandes superficies con productos estrella como el aceite de oliva virgen extra, como reclamo para el incremento de las ventas.
Ahora, el Ejecutivo de Madrid ha centrado, por fin, sus miradas en la distribución, a la que pide diálogo. El resultado tiene que basarse en el difícil equilibrio entre mejorar los ingresos de agricultores sin incremento de los precios para los consumidores. Ésa es la madre del cordero. Cualquier otra cosa es pan para hoy y hambre para mañana.
Especialmente complejo es el sector del aceite en provincias como Jaén y Córdoba, prácticamente de monocultivo. A mí me gusta llamarles aceituneros, aunque el glamour del siglo XXI les ha convertido en olivicultores. Por ejemplo, el olivar en pendiente -en el que apenas puede entrar maquinaria- lleva condenado desde hace unos años a la ruina. Si la amenaza de la producción que suponen los países del Magreb, con mano de obra más barata y sin las exigencias fitosanitarias de Europa, se consolida, el varapalo a la economía y al empleo de esas dos provincias puede ser descomunal. No ahora, pero sí en pocos años.