Incertidumbre

Publicado: 31/01/2024
Si repasamos cualquier análisis o informe económico o empresarial encontraremos una palabra omnipresente: incertidumbre
Si repasamos cualquier análisis o informe económico o empresarial encontraremos una palabra omnipresente: incertidumbre. Se la suele definir como falta de certeza que ocasiona duda o indecisión en las cosas. Se le asocian casi exclusivamente connotaciones negativas (tensión, angustia, ansiedad, etc.) y se olvida que no tener certeza de qué puede ocurrir es una inagotable fuente de oportunidades, siempre que se esté atento y con voluntad de cambiar para poder aprovecharlas. 

Incertidumbre, complejidad, dinamismo son términos recurrentes cuando nuestra percepción sobre el futuro no va acompañada de una decisión firme de lo que queremos conseguir y del compromiso para tratar de hacerlo realidad. Cuando estamos decididos a hacer algo, la incertidumbre sobre el resultado sigue estando ahí, pero es más fácil pasar por alto su potencial efecto paralizador, que cuando no estamos decididos y buscamos maximizar la probabilidad de éxito o minimizar el pesar por equivocarnos y no obtener lo que deseamos.

Es conveniente diferenciar entre probabilidad y posibilidad. Si queremos que nos toque la lotería, la probabilidad es bastante baja a no ser que llevemos todos los números o el sorteo esté amañado. Sin embargo, comprando una participación en el sorteo nos abrimos a la posibilidad de que nos toque (aunque también podemos encontrarnos por azar esa participación, o nos la pueden regalar). Algo puede ser posible sin que sea probable. Aunque la incertidumbre no nos permita estimar con claridad la probabilidad, siempre podemos contar con la posibilidad, y la mejor forma de saber qué va a ocurrir en el futuro es tratar de crear el que uno desea. Todos lo hacemos de forma más o menos consciente. Cuando nos apetece mucho algo intentamos crear las condiciones para que sea posible y ocurra. Evidentemente, pueden surgir imprevistos que dificulten o hagan imposible lo planeado, pero seguro que sin esa planificación habría sido todavía más complicado.  

Emprendedores y empresarios crean certezas dentro de la incertidumbre sobre qué ocurrirá en el futuro. Toman decisiones, invierten, configuran una oferta de productos y/o servicios, contratan personal, eligen una localización y utilizan recursos para hacer posible y real una idea que creen que responde a una necesidad total o parcialmente insatisfecha en los clientes. Nadie les asegura un resultado. Asumen el riesgo de equivocarse, de no poder recuperar su inversión, ni rentabilizar su tiempo y su esfuerzo. Pero la realidad no es azar puro, sino que suele jugar a favor de quien decide comprometerse con el resultado que quiere obtener.

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