La división del trabajo es determinante para la productividad, la eficiencia y la eficacia. Adam Smith decía en 1776 en su obra Una investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones que “el mayor progreso de la capacidad productiva del trabajo, y la mayor parte de la habilidad, destreza y juicio con que ha sido dirigido o aplicado, parecen haber sido los efectos de la división del trabajo”. Esta división del trabajo facilita la especialización, es decir, que haya personas especialistas en ciertas tareas, con la formación y competencias necesarias para desempeñarlas. De hecho, para acceder a determinados puestos es necesario tener conocimientos y cualificación.
No obstante, dentro de las organizaciones las personas que realizan bien su trabajo pueden ser promocionadas a puestos de mayor responsabilidad, hasta llegar a uno en el que no son capaces de cumplir con sus tareas. Es el llamado principio de incompetencia de Peter. En 1969 el Catedrático de Ciencias de la Educación Laurence J. Peter afirmaba que “en una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia: la nata sube hasta cortarse”.
Parece que en Jaén se ha cortado la nata y nos faltan especialistas que sepan si está permitido o no por la normativa instalar un secadero de estiércol a poco más de un kilómetro de la capital. Quizás sí los tuviéramos cuando aprobaron su construcción. Un año llevan intentando determinar si se ajusta o no a la normativa una instalación que, si llega a funcionar, puede esparcir hedor, insectos y otros simpáticos animalitos que seguro encantan a los habitantes que los sufran de forma más o menos cercana, y también a viajeros y turistas. Sabrán que están llegando a Jaén por el “aroma”. Quizás no sea lo más adecuado como atractivo turístico en las celebraciones que se preparan para el 1200 aniversario de la capitalidad de Jaén, pero sí es una muestra de que no necesitamos que vengan de fuera a fastidiarnos la vida. Ya no es solo que otras administraciones públicas nos obvien con falta de inversiones e infraestructuras. El colmo es que en nuestras administraciones más cercanas haya habido o siga habiendo (ir)responsables que hayan dado luz verde a proyectos tan “beneficiosos” para la ciudad. Un año llevan intentando determinar si una licencia de actividad debe ser o no revocada, y la paralizan porque el tema sale en televisión. Cuando hay tantas dudas es que no hay dudas. Cuando no se es competente, hay incompetencia.