La CEOE y su conflicto con Gerardo Díaz Ferrán

Los empresarios no pueden mantener al frente de su dirección a quien incumple sus propias normas

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No se trata de pedir la dimisión del presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, por los problemas que tienen en sus empresas, se trata de que sean los propios empresarios los que deben valorar si es correcto o no tener al frente de la Patronal a una persona que está realmente tocada por sus propios errores. La CEOE ha sido un organismo que siempre ha sabido estar a la altura de las circunstancias. Ha defendido con vehemencia sus intereses, pero cuando ha sido necesario ha sabido ceder cuando había que ceder y presionar cuando pensaba que era necesario presionar, pero siempre con una actitud de consenso y de entendimiento con el Gobierno y con los sindicatos. Y aunque es cierto que no se han vivido en las últimas décadas una situación de crisis como la actual, que ha servido para tensar la cuerda más de lo que se podía esperar, se debe reconocer que, pese a su postura de fuerza de los últimos meses, los empresarios han sabido mantener un cierto equilibrio entre sus intereses y el bien global, presionando pero sin buscar en ningún momento la ruptura del consenso social necesario para poder afrontar esta crisis. Y en ese pulso ha sido el propio Díaz Ferrán el que ha tenido que dar la cara en ese enfrentamiento, convirtiéndose, en cierto sentido, en la imagen de todos los empresarios. Por eso, cuando esa imagen se deteriora no por culpa de la postura de la CEOE, sino de sus equivocaciones como empresario es cuando puede llegar el momento de rectificar y cambiar de presidente. Sobre todo porque no se trata de que Día Ferrán tenga problemas en sus empresas, lo que es algo habitual en estos tiempos y que se puede y se debe asumir, sino la forma en la que está gestionando estos problemas. Mantener varios meses sin pagar la nómina a los trabajadores de Air Comet, permitir que se le retire la licencia de vuelo, dejando a miles de pasajeros en la calle o que se vea amenazado con tener que dimitir como consejero de Caja Madrid por el impago de un crédito de 25 millones de euros, por citar algunos de sus conflictos, no pueden ser el mejor ejemplo ni la mejor imagen que pueda presentar la CEOE. Y, por su bien, por su propio prestigio, los empresarios deben valorar si les merece la pena mantenerlo en el cargo.

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