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Patio de monipodio

¿Dónde está el Citroën?

¿Por qué el Ayuntamiento de Sevilla tiene tal obsesión por cerrar consulados? Los consulados prestan servicio a los viajeros del correspondiente país y...

Publicado: 20/10/2022 ·
12:04
· Actualizado: 20/10/2022 · 12:04
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  • La Plaza de España. -
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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¿Por qué el Ayuntamiento de Sevilla tiene tal obsesión por cerrar consulados? Los consulados prestan servicio a los viajeros del correspondiente país y reflejan su relación con el nuestro. Bien está que quieran recuperar sus locales propios, siempre que los necesiten, que les hagan falta para prestar mejor servicio a sus ciudadanos. Pero para prestar mejor servicio a los sevillanos mejor sería recuperar la Plaza de España, que el gobierno construya modernos edificios para esas entidades y así de camino invierta algo en la ciudad. Y que pueda mantener todas sus oficinas juntas en vez de distribuidas por toda la ciudad.

Pero el abuso nunca se justifica. Tener cerrado el edificio Citroën sólo sirve para acelerar su deterioro. Cerrado, el bar no sirve a nadie. ¿Para qué complicar las cosas cuando son tan simples? El Ayuntamiento primer actúa y después piensa… en algunos casos, muy pocos. Como se le antoja recuperar un edificio no importa que ni siquiera sepa qué uso le va a dar. Ya aparecerá alguno.

Primero echan a los arrendatarios, luego se olvidan que el edificio existe. Al cabo de tiempo y tiempo empiezan a pensar en él. Más tiempo y entonces caen en que se podría hacer algo. Pero eso requiere ser sometido al en proyecto. Más años y, cuando el proyecto está preparado, si no hubiera errores ni oposición, tal vez se pueda hacer el concurso para decidir público para ver quien hace la obra.

¿Por qué complicar lo que es tan fácil? Porque el proyecto más simple tarda más que la obra más compleja y durante ese tiempo las familias que vivían de ese negocio podrían seguir viviendo. Bastaría para ello ganar el raciocinio que le falta al Ayuntamiento.

Pero, vamos a lo práctico: ¿a quién beneficia el desbarajuste? Ni siquiera al Ayuntamiento que lo provoca, salvo que existiera alguna motivación secreta -¿siempre, para todos los casos?- tan secreta que ni siquiera somos capaces de acertar a intuir.

Quizá porque no hay motivación más que “la norma”; la dejadez municipal, dónde parece que nunca hay prisa.

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