Navantia procedió ayer a flotar y bautizar al Patrullero Oceánico de Vigilancia AB Kariña PC-24 que construye para la Armada Bolivariana. Se trata del séptimo de los ocho barcos contratados que se bautiza, aunque al navío de guerra todavía le queda casi un año en el astillero para su entrega definitiva. El buque fue amadrinado por Petra Elena Medina, esposa del Inspector General de la Armada Bolivariana, el vicealmirante Alcidiades Jesús Paz.
Durante la ceremonia, el presidente del astillero de Navantia en Puerto Real, Fernando Miguélez, ha destacado el “alto nivel tecnológico” y la “flexibilidad de misión” de estos buques, cuya automatización permite que sean manejados por escasa dotación, según explicó.
La construcción de estos cuatro buques ha supuesto “un reto” y la flotadura de este último Povzee supone, en cierto modo, el fin de “una etapa que ha consolidado una estrecha relación de cooperación con la Armada Bolivariana de Venezuela que, sin duda alguna, dará sus frutos en un futuro cercano con nuevas posibilidades de colaboración”. Miguélez manifestó que el contrato para la construcción de los cuatro patrulleros oceánicos ha estado “cargado de emoción y buenas y sinceras relaciones entre dos pueblos hermanos”.
El acto ha estado presidido por el embajador de Venezuela en España, Julián Isaías Rodríguez, que ha considerado que el acto no supone sólo la entrega de "un compromiso", sino de "los próximos compromisos que podemos contraer".
Según ha dicho, estas naves van a "jugar un papel fundamental en nuestra patria" contribuyendo a "mantener la paz, la vigilancia y la seguridad en nuestras costas", resaltando que Venezuela "no es una nación para agredir", sino "para liberar y tender la mano", pero con una flota preparada también para defender la soberanía de Venezuela.
Entre las misiones que pueden desempeñar los Povzee están las de vigilancia y protección de la zona económica exclusiva, protección del tráfico marítimo o defensa de intereses estratégicos.
Asimismo, están capacitados para desarrollar operaciones de búsqueda y salvamento, auxilio a otras unidades y humanitarias, control de contaminación marina, persecución del contrabando, tráfico de drogas e inmigración ilegal, vigilancia y obtención de información de inteligencia operativa o medioambiental, defensa de superficie y guerra electrónica pasiva.
Durante la ceremonia, el presidente del astillero de Navantia en Puerto Real, Fernando Miguélez, ha destacado el “alto nivel tecnológico” y la “flexibilidad de misión” de estos buques, cuya automatización permite que sean manejados por escasa dotación, según explicó.
La construcción de estos cuatro buques ha supuesto “un reto” y la flotadura de este último Povzee supone, en cierto modo, el fin de “una etapa que ha consolidado una estrecha relación de cooperación con la Armada Bolivariana de Venezuela que, sin duda alguna, dará sus frutos en un futuro cercano con nuevas posibilidades de colaboración”. Miguélez manifestó que el contrato para la construcción de los cuatro patrulleros oceánicos ha estado “cargado de emoción y buenas y sinceras relaciones entre dos pueblos hermanos”.
El acto ha estado presidido por el embajador de Venezuela en España, Julián Isaías Rodríguez, que ha considerado que el acto no supone sólo la entrega de "un compromiso", sino de "los próximos compromisos que podemos contraer".
Según ha dicho, estas naves van a "jugar un papel fundamental en nuestra patria" contribuyendo a "mantener la paz, la vigilancia y la seguridad en nuestras costas", resaltando que Venezuela "no es una nación para agredir", sino "para liberar y tender la mano", pero con una flota preparada también para defender la soberanía de Venezuela.
Entre las misiones que pueden desempeñar los Povzee están las de vigilancia y protección de la zona económica exclusiva, protección del tráfico marítimo o defensa de intereses estratégicos.
Asimismo, están capacitados para desarrollar operaciones de búsqueda y salvamento, auxilio a otras unidades y humanitarias, control de contaminación marina, persecución del contrabando, tráfico de drogas e inmigración ilegal, vigilancia y obtención de información de inteligencia operativa o medioambiental, defensa de superficie y guerra electrónica pasiva.
