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Ganamos la Teo y nosotros

"Lo que me da pena es la situación en la que ha quedado la Junta, que ha hecho su labor de una forma más callada, presionando a José Blanco cuando y como debían hacerlo, y al final se han quedado como los convidados de piedra en esta historia"

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Dicen que es de mala educación hablar de uno mismo, pero, qué coño, en esta profesión vivimos de los aciertos sobre nuestros competidores y no del ‘buen rollito’ entre los medios y, además, estamos en pleno agosto y, ya se sabe, casi nadie se pone a leer análisis políticos. Por eso, me van a permitir que le ponga una medallita al periódico. Y es que hace quince días había quien decía, en base a sus fuentes madrileñas, que el segundo puente no estaría acabado hasta el 14; otros, según unas declaraciones del ministro de Fomento, afirmaban que se acabarían en el 13, y nosotros (porque esto lo escribe uno, pero lo trabaja toda la redacción con sus datos y fuentes) afirmaba contra todo pronóstico que estaría acabado en el Doce. Y, lo siento mucho, pero acertamos de pleno. Como creo que se seguirá acertando si me ratifico que no descarto que el puente se inaugure ese año y el siguiente y, quién sabe, si no también en el 14. Pero en el Doce habrá puente. ¿Significa esto que somos más listos que el resto?. Pues no. ¿Que tuvimos suerte?, pues tampoco, quizás sólo que fuimos un poco más objetivos a la hora de analizar las cosas e hicimos menos caso de los comentarios y se miró más la lógica de lo que representaría dejar la obra sin acabar para el Bicentenario.

Y me gustaría pensar que el ministro me leyó y ante la contundencia de los datos decidió cambiar de estrategia, pero no. Ni siquiera creo que los responsables de la Junta, en especial Manuel Chaves (quien sólo pudo tener unas horas de gloria esta semana, las que fueron desde que lo anunció hasta que el ministro lo ratificó y le eclipsó), presionaran más porque lo decía Información. Simplemente lo que ha sucedido es lo que debía suceder, que no podían dejar esta obra a medio terminar, que el Bicentenario no es un acto puntual que celebra Cádiz sino que es una cuestión de Estado, que representa la celebración de la primera Constitución española y que, por ello, el Gobierno no le podía dar la espalda, porque representaría dársela a sí mismo. Así de fácil y así de sencillo.

Y que además hay elecciones ese mismo año a nivel nacional y andaluz y que cada voto va a ser decisivo como para tirar por la borda un buen montón por hacer el ridículo si la obra se queda varada (y nunca mejor dicho) en mitad del mar. Y porque la alcaldesa, que lo ha pasado mal personal y políticamente con esta paralización, ha sabido reaccionar a tiempo y acabar sacando petróleo de donde no había casi ni un pozo donde escarbar. Porque la Teo es demasiado Teo y con su Manifiesto logró la jugada perfecta, sacar rendimiento electoral se hiciera la obra o no.

Y es que la operación de recogida de firmas ha sido inmaculada políticamente hablando, porque, les guste o no reconocerlo, ha sido una operación netamente política. Que las obras se paraban, ahí habría estado ella defendiendo su obra. Que siguen los trabajos adelante, sólo gracias a que ella presionó lo suficiente. A eso se le llama marcar un tanto sin estar ni siquiera en el campo de fútbol, porque fuera el que fuera el resultado final, la que ganaba era ella. Y se ha visto sobre todo con su presidente provincial, José Loaiza, que lejos de cortarse un pelo cuando se anunció que las obras se acabarían en el Doce no dudó en “felicitar” al pueblo de Cádiz por haber conseguido que se retomasen las obras. Vamos que no le felicitó directamente a la alcaldesa por algo de pudor, pero estaba claro el mensaje que enviaba.

Lo que me da pena es la situación en la que ha quedado la Junta, que ha hecho su labor de una forma más callada, presionando a José Blanco cuando y como debían hacerlo, y al final se han quedado como los convidados de piedra en esta historia. Quizás porque el único que siempre ha defendido que las obras estarían finalizadas a tiempo era Luis Pizarro, quien aseguraba un día sí y otro también que estarían a tiempo, pero, la verdad, lo hacía con tan poco entusiasmo que en lugar de convencer, daba la impresión de que era más un deseo que una convicción. Y cuando el enemigo duda, ahí está la alcaldesa para apuntarse los tantos que haga falta, aunque el trabajo sucio (y ella misma lo ha llegado a reconocer) lo hicieran los otros.

Ahora sólo falta esperar a que el ministro se venga de visita a Cádiz, concrete los plazos (porque el ‘Doce’ es muy largo y no es lo mismo acabar en marzo que en diciembre), aclare de dónde sacará el dinero para pagar las obras, se calmen los ánimos (porque parece que hay demasiados interesados en vender que no se va a hacer a tiempo) y, después, a esperar a que se abra, que ya estamos todos un poco hartos de ver los pilares ahí arrumbados y necesitamos ver escavadoras y gente (lo que implica empleo) trabajando.

Titulo hoy con contundencia, en parte porque la que ha ganado este pulso ha sido (de nuevo) la alcaldesa; en parte porque también hemos ganado nosotros como periódico; pero que a nadie se le olvide esto: quien realmente va a ganar con esta obra terminada a tiempo son los gaditanos, hayan firmado o no.

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