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Querida taberna

Taberna de Márquez: En la zona roja

En el toldo se lee Bartolita, pero es el bar de Márquez de toda la vida. Esto de los nombres varios es una característica que da lustre a las tabernas...

Publicado: 02/05/2024 ·
20:23
· Actualizado: 02/05/2024 · 20:24
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  • Taberna de Márquez. -
Autor

Andi Koetxea

He publicado los libros “Huelva choquera y tabernera” (2021) y “Sevilla, la ilustre taberna” (2023), "Huelva choquera y tabernera II volumen" (2024) y "El Rompido 77. Los niños salvajes" (2024). Los bares y las tascas son la excusa perfecta para sumergirme en la antropología de la vida cotidiana

Querida taberna

Cerca del mostrador de bares y tabernas pasan cosas, y algunas muy curiosas. Este blog atrapa al vuelo esos sucedidos para que caigan en buenas manos

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En el toldo se lee Bartolita, pero es el bar de Márquez de toda la vida. Esto de los nombres varios es una característica que da lustre a las tabernas. Nombre oficial, el antiguo que aún aparece por algún sitio, el popular, el… esto da prestancia, sin duda alguna.

En la terracita, en la puerta, nos encontramos con Ana Jiménez Talavera. Ana de Ecotono: ¡cuánto tiempo y qué alegría! Nos contamos la vida de los últimos años en 15 minutos. Ella trabaja en un lugar que promete, aquí al lado. Tramallol (1) se llama.

Ana ejerce de embajadora para que nos lancemos con avidez a la tortilla de Márquez. Como las necesidades digestivas (hambre le llaman algunos, gusa, gazuza o carpanta por andurriales más casquivanos) azuzan, hemos de pasar al interior. Mis hijas le hacen los honores, degustándola con alegría y voracidad. A Nerea le gusta más que la de Casa Manuela, y eso son palabras mayores. Yo opto por un chorizo picante al que no le pondré una sola pega.

Sebastián, cliente tan asiduo como asido al mostrador, proclama que él la llama la tortilla engollipá. Te la comes y… hace el gesto con la mano, el cuello y el gesto, ¡y la malévola sonrisa!, para explicarse. Márquez me aclara, con afán divulgativo, que el susodicho parroquiano es al que siempre en todas las películas matan el primero. Por las brasas que le da al director y al guionista… “¡al primero que matan es a él!”.

Taberna de Márquez

La clientela se va sumando a la conversación, como espontáneos que se lanzan al ruedo.

  • Ten cuidao, que hoy este tiene pa to el mundo.
  • ¿Sólo hoy?”.

Con ello dan a entender que Márquez es rápido en disparar su lengua afilada, presto a la sorna y el retintín. “Tú, ¿qué pasa?, que te han echao de casa ¿no?”, remata el tabernero haciendo honor a su fama.

Márquez deja claro que no está para dar espectáculo a nadie: “quien quiera que cante, los billetes por delante”.

Márquez me sitúa. Estamos en zona roja, comunista. Para dar solidez a esta afirmación me señala una foto de La Pasionaria. “Y el hocino, y el hocino”, remarca indicándome con el dedo que al lado pende de una alcayata dicho archiperre. Le digo que conozco el término porque soy muy serrano de la de Huelva. “¿De dónde?” exclama abriendo los ojos. Porque él es de Paterna del Campo, de donde los garbanzos. Solemne me informa de que lleva veintiún mil y pico días en este mundo. Cincuenta y siete años y algo más. Quizá un año más.

Añade que hacia su derecha es zona facha, más o menos hacia las dos de la tarde. Y por El Pelícano habitan los anarquistas. Con esta disección tan tajante él siente que hemos caído en buen lugar.

Aunque el lugar es peña bética, ¡Gran Asia!, y luce innumerables bufandas futboleras del mundo entero y parte del extranjero, Márquez dice que no es tan aficionado al deporte rey como podría parecer. A pesar de ello, recuerda con veneración los cánticos de San Mamés, en un partido lejano en el tiempo, contra el máximo dirigente en aquellos entonces del equipo al que se enfrentaba el Athletic. En definitiva, el Sevilla y Del Nido. Recuerda asimismo esa primera Copa del Rey que ganó el Betis a costa del equipo del Botxo y gracias, en gran medida, al tino del portero vasco José Ramón Esnaola. Iribar no pudo hacer lo propio con el penalti que marró (2).

Taberna de Márquez

Ya trato con Márquez la posibilidad de volver a que me narre historietas acaecidas por aquí. Veintiocho años lleva al mando de la tasca, así que se solaza al pensar cuánto podría contar. De hecho, también le da a la pluma. Poesía y, recientemente, ha atacado el género de la novela negra.

Para quedar con él me da los horarios. Que me acerque y ya está. También me dice que es rutina suya desayunar más temprano, rematando con un aguardiente. Pues para ello precisaré su teléfono… y ahí topamos con el diablo. Se enardece y agrede a su propio celular. No tiene interné y su adminículo telefónico, a lo visto, es un aparato duro. De los de antes. Márquez golpea la barra con la máquina que él no va a permitir que le controle. “¡Esto es control, control, control! ¡a mí no!” abomina contra el sistema que conspira, que merodea y atiza. Hoy el que más atiza es, sin duda, él.

Márquez es un personaje peculiar. En todo caso su clientela le tiene cierta devoción y, por lo que intuyo, le buscan un poquino la boca. Antes de cerrar este primer capítulo del lugar, Márquez deja claro otro comportamiento que le encorajina: las personas con las manos en los bolsillos. La clienta de al lado y yo nos miramos, miramos nuestras manos embolsilladas y, sonriendo, lentamente, como disimulando, las ponemos sobre el mostrador. Que quede claro que aquí nadie esconde nada. En Márquez y en su parroquia triunfa la transparencia.

(1) En su web, este proyecto, pone “Tramallol es, y quiere seguir siendo, el hogar seguro, no sólo de proyectos profesionales y personas en el marco de la economía social, sino también de colectivos y eventos comunitarios que defienden una ciudad que ponga la vida en el centro. Vente con tu proyecto o apoya el espacio para que pueda seguir existiendo”. En la calle Pasaje Mallol, número 22, en el norte del casco histórico se Sevilla, en el barrio de San Julián.

(2) Año 1977… “El partido acabó con empate 2-2, tras la disputa de la prórroga. La primera tanda de penaltis acabó también con 4-4, Cardeñosa había lanzado fuera el último penalti de esta primera ronda y Esnaola había parado el suyo a Dani. En la segunda tanda, con 5-5, falló Alabanda y Esnaola de nuevo paró el lanzado por Villar. El siguiente lo tiró el propio Esnaola, y fue gol. Tras 19 penaltis, Iribar lanzó y paró Esnaola, proclamando al Real Betis campeón de la Primera Copa del Rey”.

“La final fue de amargo recuerdo para el Athletic de Bilbao. Su portero internacional José Ángel Iribar recuerda este partido como uno de los más tristes de su carrera por la amargura y dramatismo de la derrota, en la que le tocó ser unos de los protagonistas” (Wikipedia).

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