El centímetro

Publicado: 05/07/2024
Autor

Pedro García Vázquez

Pedro García es periodista. Director de Informativos de 7 Televisión y Publicaciones del Sur

Absit Invidia

Con la esperanza de ser entendido por lo que pone, y por lo que no. Eso sí, sin ánimo de ofender ni en castellano, ni en latín

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Mi mente camina por otros derroteros, pero la realidad golpea una y otra vez
El próximo día en el que se conmemore el aniversario de la revolución rusa, que acabó con el zarismo y llevó a los bolcheviques al poder en 1917, cumpliré la mayoría suficiente de Juanma Moreno. Mi mente camina por otros derroteros, pero la realidad golpea una y otra vez recordándome que estoy a poco más dos almanaques de convertirme en sexagenario.

Todo empezó cuando, por arte de birlibirloque y de sopetón, me encontré con descuentos en hoteles e incluso en el decepcionante sistema de alquiler público de bicicletas que una multinacional francesa explota en Sevilla desde 2007 bajo el nombre de Sevici. En concreto, ocurrió hace tres años al cumplir el número que Ocampos lució en su dorsal durante la brillante pero lejana participación del Sevilla en la Europa League.

El golpe de gracia, la gota que colma el vaso, el bofetón de realidad se produjo hace escasos días cuando me sometí al reconocimiento médico que mi empresa tiene a bien (y bien que hace) ofrecer a sus trabajadores. El protagonista fue un locuaz auxiliar, enfermero o asistente. No sé, pero tenía un trato agradable y se recreaba en su indiscutible profesionalidad. Tras taladrarme uno de los dos brazos, me invitó a seguirle cuando se dirigía hacia la báscula y al aparato para medir la altura. Quizás en ese momento hizo un exceso de su incontinente verborrea al decir: “bueno, vamos a ver si con su edad ha perdido ya algún centímetro de altura”. Sin darse cuenta, me mató.

 

 

Mi mente se refugió en la posibilidad de que fuera una broma, pero no. Al acabar su tarea certificó que la altura seguía igual: a un centímetro de los 180. Suspiré. No sé muy bien por qué, pero me vino a la cabeza la impresionante y desgarradora película 21 gramos, protagonizada por Sean Penn. El título de aquel largometraje se refería al peso que pierde el cuerpo humano al fallecer y que un científico estadounidense atribuyó al alma en el momento de abandonar el cadáver. Que mi mente relacionara ambos hechos es, sin duda, materia de estudio para mi buen amigo, el psicólogo Manuel Salgado. No sé cómo pude enlazarlos, pero la realidad es que los años pasan, aunque mi cerebro no lo perciba. Esta especie de midorexia me ayuda a no pensar en la lejana (espero) pérdida de los 21 gramos aunque los tiros en forma de graves enfermedades suenen cada vez con más fuerza a mi alrededor. 

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