Feria del Carmen ¿y de la sal?

Publicado: 07/07/2024
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Todas las comparaciones son odiosas, pero pasamos vergüenza ajena, porque desde siempre La Isla tuvo la fama de ser cuna de la sal y no Chiclana
Los cuerdos no se aclaran y mira que tienen sano el coco. Llevan muchísimo tiempo celebrando una fiesta en verano a la que llaman por inercia Feria del Carmen y de la sal. Sin embargo los locos debemos declarar que en La Isla no hay ni rastro de sal. Alguien se equivoca con ese nombre. Los que mantienen ese reclamo tan salado debieran aclarar de una vez dónde está la sal que tanto pregonan. Si entras en La Isla desde Chiclana, no se divisa la sal, a excepción de la Salina San Vicente, que sigue allí solitaria contra viento y marea. Si vienes desde Cádiz, la visión que se nos mete por la cara no puede ser más desoladora. Donde en otros tiempos brillaban los rectángulos de sal, los cristalizadores, hoy te encuentras la dejadez y la desidia más absoluta; incluso más que el panorama que presenta el Mercado Central de Abastos. Allí lo único que salta a la vista es un molino de aguas ya casi destruido y con unas vigas de hierro más oxidadas que la cercana fuente de la Ardila. Después podemos ver una casa con el título de Tres Amigos, que más parecen Tres Enemigos del lugar, y con más desconchones que el mismísimo Castillo de San Romualdo, que ya es decir. De salinas, nada de nada. Cuando los locos vemos los carteles con eso de Feria del Carmen y de la Sal, no salimos de nuestro asombro. Es lo mismo que si un turista va a Pamplona a los Sanfermines y se encuentra con que no hay toros por ningún lado. Se preguntaría que dónde están los bichos con cuernos.

A un loco, cuando le dicen Sal, suele salir. El problema es que, cuando salimos en el tranvía hacia Chiclana, tenemos que mirar para otro lado al ver lo cuidadas y hermosas que están las salinas que se tienden a su entrada perfectamente delineadas y más blancas que el culo de una monja. Todas las comparaciones son odiosas, pero pasamos vergüenza ajena, porque desde siempre La Isla tuvo la fama de ser cuna de la sal y no Chiclana. Y ya esto tiene una difícil solución, debido a que Camarón que se duerme se lo lleva la corriente, y en La Isla parece que hay poca gente despierta. Puede que alguien no se crea lo que estoy escribiendo y piense que es una calumnia, pero tienen muy fácil comprobarlo, porque nunca hubo tantos medios de transporte para movernos de La Isla a Cádiz y a Chiclana.

En fin, es evidente que La Isla no destaca por la sal. Sin embargo, debemos confesar que aquí en el manicomio hay un poquito, aunque está metida en unos tarritos a los que llaman saleros sin merecerlo teniendo tan poca gracia como tienen. Para colmo de males, como la sal sube la tensión, los locos la tenemos prohibida. Definitivamente La Isla se ha vuelto sosa y con un montón de malaje. Fíjense ustedes en lo que dice San Marcos en su evangelio, y eso que nunca se montó en el tranvía: Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Seguramente lo de Vosotros se refería a los cañaíllas. Esperamos que no nos pisoteen cualquier día de estos.

Por todo lo que antecede, sería conveniente cambiar ya el nombre de Feria del Carmen y de la Sal quitando lo de la sal y llamándola Feria del Carmen a palo seco.También, se podría llamar Feria del Carmen y de los camarones, que esos sí andan por aquí todavía.

 

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