El Centro de Instrucción de Marinería cumple diez años desde la última jura
Le siguió el traslado de la Escuela de Infantería de Marina en 2003 y el cierre de Capitanía en 2004 dentro del proceso de desmantelamiento militar.
Esa placa, descubierta tal día 7 de abril de 2001, es, junto a la portada y al edificio noble de futuro incierto, lo que queda de unas instalaciones que forman parte de la memoria de 300.000 españoles, muchos de los cuales lo recuerdan a través de internet donde están colgadas decenas de páginas en las que se reúnen muchos de los que hicieron la mili en San Fer nando. En la web y en cualquier lugar de España, porque no es difícil encontrar a alguien que diga que conoce la ciudad porque estuvo en la Marina.
El Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada, Francisco J. Torrente Sánchez, fue el encargado de descubrir el reconocimiento a ese hecho memorable y a partir de ese día comenzó a diluirse bajo la piqueta instalación tras instalación, para construir a su vez modernas instalaciones militares residenciales con las que satisfacer la demanda de la nueva marinería profesional.
Pero empezando por el principio, el final del CIM fue también el principio de muchos cambios, tanto en la población militar de San Carlos como en Camposoto y lo que es más significativo, en el mismo corazón de la ciudad. El cese en sus funciones de la antigua Capitanía General de la Zona Marítizma del Estrecho, luego Comandancia y finalmente de nuevo Capitanía aunque a título honorífico, ponía la guinda al desmantelamiento de lo que fue el modo de vida de la ciudad prácticamente desde su creación.
Los últimos
Ese 7 de abril de 2001, el patio de armas del Centro de Instrucción de Marinería no estaba blanqueado hasta el último rincón por los aspirantes a marineros, sino que apenas 174 “pelones” de las distintas zonas marítimas iban a jurar bandera. A los militares, no obstante, se unieron los muchos civiles que quisieron sumarse a la jura de bandera, unos que la repetían en el mismo lugar en que la juraron en su juventud; otros que repetían en distinto sitio y unos terceros que por cualquier motivo no habían podido hacerlo cuando eran jóvenes. Fue, pues, un espectáculo más colorido, pero en la escasa presencia de marineros se denotaba la tristeza y sobre todo, la añoranza por aquellos tiempos de gloria que vio pasar, con la cifra exacta en la mano, a 346.974 marineros desde el mes de junio de 1955 en 258 actos.
Entre los civiles que juraron bandera -162 en total- se encontraban la entonces presidenta del Partido Popular de Andalucía y alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez; el parlamentario Jesús Mancha; los concejales del PP de San Fernando, Carmen Ponce y José Ramón Cué Cereceda y la esposa del ex concejal isleño y ex diputado, Pilar Baturone, entre otros.
También el comisario jefe en funciones de la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía de San Fernando, Fernando Gracia y el subinspector jefe, Juan Carrasco, además de un gran número de efectivos de la Policía, mientras que como testigos civiles estaban presentes el político socialista desaparecido, Alfonso Perales, entonces consejero de Gobernación que representaba al presidente de la Junta; el alcalde de San Fernando, Antonio Moreno; el presidente de la Diputación, Rafael Román; la subdelegada del Gobierno, Rocío Roche y los diputados Aurelio Sánchez y Aurelio Romero.
Homenaje a los caídos
El acto más emotivo en toda ceremonia militar, el homenaje a los caídos, estuvo protagonizado por dos mujeres, entonces con una presencia poco destacada en las Fuerzas Armadas mientras que entre las singularidades de esa última jura, en lo que a los uniformados se refiere, el propio comandante del CIM, capitán de navío Fernando de la Cruz Muñoz, reconocía que el contingente estaba formado por un grupo de jóvenes que voluntariamente querían conocer lo que era la mili y una mayoría de ellos que siendo de pueblos pequeños, no se habían enterado de que se podían librar del Servicio Militar Obligatoria a través de diversos cauces.
Aún así, a ellos les cupo el honor de haber sido los últimos, aunque los últimos del CIM porque en realidad todavía hubo una despedida el 13 de diciembre de ese mismo año en la Escuela de Suboficiales de la Armada, con un total de 45 soldados y marineros que pasaron a la reserva. Posiblemente, entre ellos, algunos de los que juraron la bandera el 7 de abril de ese mismo año.
El traslado de la EIM
Pero como se decía, el año 2001 marcó el inicio del desmantelamiento de la Marina en La Isla, sólo representada ahora por la Infantería de Marina. Sin embargo, este Cuerpo, el más antiguo del mundo, también sufrió una mutación importante con el traslado de la antigua Escuela de Aplicación, la Escuela de Infantería de Marina, a Cartagena, siendo ministro de Defensa el cartagenero Federico Trillo.
El traslado -discutido unánimemente en la población civil y por muchos militares en el ámbito de San Carlos- motivó un terremoto político que terminó con la declaración del ministro de Defensa como persona non grata en la ciudad y una manifestación en Madrid, auspiciada por el Gobierno andalucista y por el PSOE, ante el Ministerio de Defensa. Luego el PSOE, que tomó el relevo en 2004, dijo que ya no se podía volver atrás en el traslado de la EIM y donde dije digo, dijo diego. A pesar de que el Ayuntamiento estaba dispuesto a correr con el gasto que originara el retorno.
Las miles de personas que se trasladaban a la ciudad en cada jura de bandera, teniendo en cuenta que en el CIM lo hacían más de mil marineros, ya no volverían a llegar revolucionando la hostelería de toda la ciudad y acabando con las plazas de hospedajes.
Los miles de marineros no volverían a lucir sus lepantos por la calle Real, ni siquiera sus vaqueros cuando ya pudieron salir en ropa de calle. El CIM ya era sólo fachada. Y puede que menos.
El fin de la Capitanía, símbolo de la Marina en San Fernando
El fin del Servicio Militar Obligatorio hizo que otro centro de instrucción de San Fernando, el Centro de Instrucción de Reclutas número 16 de Camposoto, sufriera la misma suerte y con él, muchos de los comercios de esa zona de la ciudad que al igual que los de los alrededores de la población de San Carlos se sustentaban principalmente en las Fuerzas Armadas.
Pero el golpe final llegó en el año 2004, el 8 de julio, cuando la modificación de la estructura básica de los Ejércitos, acogida al Real Decreto 912/2002 de 6 de Septiembre y la Orden DEF 3537/2003 de 10 de diciembre propiciaban que la Capitanía General dejara de ser el cuartel general de la Marina y que esa ceremonia, curiosamente, le tocara presidirla al único -que este periódico conozca- vicealmirante isleño jefe de Apoyo Logístico de la Bahía, el almirante de la Carraca, José Enrique de Benito Dorronzoro.
Fue, en realidad, la supresión del símbolo porque sus funciones fueron mermando en los años precedentes y de hecho, tras el acto protocolario seguían estando en el edificio de la calle Real los servicios de Intendencia, un órgano de apoyo al personal de la Bahía de Cádiz y el Centro Integrado de Gestión Administrativa dividido en el Cecom o centro de comunicaciones y el CAI o Centro de Apoyo Informático.
Las obras posteriores para su reconversión en museo que como ya se explicaba en estas páginas pretende ser la presencia física de la Marina en el eje histórico de la ciudad, obligaron al traslado de servicios y últimamente se ha convertido en cuartel general de la Infantería de Marina, precisamente -y volvemos al principio- a falta de habilitar este servicio en el edificio del Centro de Instrucción de Marinería (CIM).
Lo que era una ubicación provisional del comandante general de la Infantería de Marina va a tener una larga provisionalidad por culpa de la crisis económica que tiene parado el proyecto de adecuación del edificio noble del CIM a su nuevo cometido, en el caso de que reúna las condiciones que se exigen en las nuevas ordenanzas constructivas.
En cualquier caso, en la población militar de San Carlos siempre quedará el símbolo que representa para más de 300.000 españoles el portal del acuartelamiento con las siglas de su cometido. Y en gran medida quedará como homenaje a la memoria colectiva de aquellos que vistieron de blanco inmaculado y cuando se les pregunta si conocen San Fernando, responden: -¡Hombre!, ¿no la voy a conocer? Si allí hice yo la mili, en el CIM.
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