Alcaraz y Djokovic, una final de oro

Publicado: 02/08/2024
El murciano vence al canadiense Felix Auger Aliassime y se asegura una medalla, que espera que sea la de campeón, la que se le resiste al serbio
Carlos Alcaraz ya tiene medalla. Le queda al español de 21 años, el más joven en alcanzar una final olímpica individual de tenis masculino, definir si será de oro o de plata. Pero el lugar en el podio lo tiene asegurado, reservado tras vencer con rotundidad al canadiense Felix Auger Aliassime. La lucha por la medalla dorada será ante Novak Djokovic.

Con más descanso que en partidos anteriores, incluso más comprometidos, con jornadas de dos encuentros por los compromisos del dobles que disputó junto a Nadal, el número tres del mundo se topó con el cara a cara más llevadero de los que ha disputado en la competición. 

El cuarto jugador español en alcanzar la final individual masculina desde que el tenis regresó a los Juegos Olímpicos en Seúl 1988, después de Jordi Arrese en Barcelona 1992, Sergi Bruguera en Atlanta 1996 y Rafael Nadal en Pekín 2008, tardó una hora y cuarto en atravesar las semifinales y ganar por tercera vez en lo que va de curso al norteamericano, al que ya se ha impuesto en cuatro de los seis enfrentamientos que han protagonizado.

El más reciente, el único hasta ahora en tierra, en Roland Garros. Alcaraz venció en tres sets, sin paliativos. Esta vez, en el mismo recinto que semanas atrás, aspira a coronarse como campeón olímpico.

El ya erigido, con 21 años y 91 días, en el jugador más joven en alcanzar la final individual masculina desde que el tenis regresó a los Juegos Olímpicos en Seúl 1988, por delante ya del suizo Marc Rosset, que ganó el oro en Barcelona 1992 con 21 años y 275 días, tiene tomada la medida a Felix Auger Aliassime, hasta no hace mucho uno de los jugadores más prometedores del circuito que se incrustó precozmente en el top ten de la clasificación ATP.

No ha tenido continuidad para seguir en las alturas el jugador canadiense que tiene a continuación otra opción de medalla, de bronce, en el torneo de dobles mixto junto a Gabriela Davrowski. De hecho, el principal mérito de este tenista de Montreal de 23 años fue la final en el Masters 1000 de Madrid que perdió ante Andrey Rublev.

Tiene más talento pero menos empuje y coraje que el ruso Roman Safiullin o el neerlandés Tallon Griekspoor que en el segundo set llevaron al límite a Alcaraz. Tiene un gran tenis el norteamericano, más variedad de golpes y se mueve con soltura en la pista. Pero no llega al nivel del español, situado en un escalón superior tal y como demuestra en cada gran envite.

El campeón de Wimbledon y Roland Garros, el poseedor con veintiún años de cuatro Grand Slam está en otra cosa. Solo ciertas desconexiones cuando tiene el compromiso aparentemente solucionado complican el desarrollo. Dio esa sensación en los partidos de octavos y cuartos. Pero no en semifinales, donde la distancia que fijó desde el principio fue evidente. Y no perdió la concentración.

En el primer parcial se impuso por la vía rápida. Veloz de piernas y acertado con los tiros, extramotivado, dejó sin recursos a su rival. Rompió ya en el tercer juego, se anotó cinco seguidos y cerró el parcial en cuarenta minutos. Lejos de aflojar después, como le pasó en los otros partidos, mantuvo el nivel, sin florituras, con solvencia. Se le notó a Alcaraz más fresco, más descansado. Fue el del jueves el primer día que tuvo solo un partido y tuvo tiempo de relax, para la recuperación, para el tratamiento.

La película se repitió en el inicio del segundo parcial, cuando quebró en cuanto tuvo ocasión y alcanzó un desnivel a su favor en el marcador de 4-1. El canadiense no encontró argumento para inquietar. Mucho menos para iniciar una reacción. Resignado, se distanció punto a punto de la lucha por el oro. Tomó el camino hacia el bronce. Igual que en el dobles mixto.

Desafío de Djokovic

El objetivo del oro, la fiebre que mantiene atrapado desde hace tiempo a Novak Djokovic, está más cerca. Nunca lo ha estado tanto del serbio, ganador de todo lo que ha disputado excepto del torneo olímpico que en París afronta por quinta vez. El ganador de veinticuatro Grand Slam solo tiene un último obstáculo delante: el español Carlos Alcaraz con el que disputará la final el domingo.

Por primera vez en su carrera Nole participará en una final de unos Juegos. A sus 37 años y 74 días será el finalista más veterano de la historia. Ya era el semifinalista de más edad, con 34 y 71, cuando se midió en Tokio 2020 a Alexander Zverev, con el que perdió. Ahora, después de cuatro oportunidades marradas pretende saldar esa deuda. Y ante Alcaraz, el hombre que en los últimos tiempos le ha apartado de otras grandes metas.

Es Musetti un jugador que se le atraganta durante los encuentros al serbio. Sin embargo, el transalpino, un alumno aventajado de la flamante camada italiana que domina el circuito, no termina de rematar las faenas con Djokovic. Le ha llevado al límite, en ocasiones con clara ventaja. Pero no ha sido capaz de paliar la reacción del jugador de Belgrado. Dos de las seis victorias, en siete cara a cara, ha logrado Nole han sido en este escenario, en Roland Garros. Ambas fueron a cinco mangas. Incluida la de este 2024. Solo en una ocasión salió victorioso Musetti. También en arcilla, en Montecarlo el pasado año.

No resguardaron energías. Tampoco el serbio que el día anterior, ante el griego Stefanos Tsitsipas, en el duelo más complicado con el que se ha encontrado, tuvo que recurrir dos veces al fisio de pista para paliar el dolor en la rodilla derecha, de la que se operó en junio pasado. Una lesión en el menisco que le retiró de Rolad Garros antes de jugar contra el noruego Casper Ruud.

Levantó un partido complicado con el heleno. Se le enredó en el segundo set. Pero lo ganó al final en dos mangas. Dijo después que estaba preocupado, intranquilo ante la situación y con dudas sobre su rendimiento. Pero no hubo secuela alguna y compitió a gran nivel, con un alto ritmo frente un adversario plagado de cualidades que respondió a cada envite del primer favorito mientras la inspiración y el físico le aguantó. Ha sido así casi siempre en los partidos entre ambos. Djokovic lleva al rival al límite hasta que empieza a flaquear. Ahí aprovecha.

El pulso duró una en total una hora y cincuenta minutos. Pero el transalpino tuvo que bajar su mirada en el décimo juego, el clave del primer parcial, cuando rompió Djokovic para cerrar el set. No perdonó. En la primera que tuvo la aprovechó. Musetti alargó su espíritu atrevido durante el segundo. De hecho, rompió el servicio del serbio en el tercer parcial y se puso con 2-1 y el saque de su lado. Fue un espejismo porque Djokovic no hizo ninguna concesión. Con la lección aprendida del partido contra Tsitsipas no dejó que Musetti alargara su renta e igualó.

Despareció de un plumazo el representante de Italia que dejó de lado la osadía y el desparpajo del principio y se marchó del partido. El serbio ganó cinco juegos seguidos y sin mayores contratiempos selló su triunfo. Uno más, el decimoctavo en unos Juegos, más que nadie, para citarse en la final con Carlos Alcaraz, el hombre que hasta ahora le ha arrebatado su sitio.

Será el del domingo el cara a cara entre los dos favoritos de la competición. El ganador de Roland Garros y Wimbledon y el gran aspirante al oro en unos Juegos. El poseedor de veinticuatro Grand Slam que se dejó caer a la arcilla de la Phillipe Chatrier en cuando amarró otro partido ganado. 

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