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aDBS: Un marcapasos para derrotar al Parkinson

Es posible que no hayas oído hablar de la aDBS, pero estas siglas están comenzando a resonar con fuerza en el ámbito de la neurociencia

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  • Imágenes del estudio.

Es posible que no hayas oído hablar de la aDBS, pero estas siglas están comenzando a resonar con fuerza en el ámbito de la neurociencia, y con razón. Si hay una enfermedad que todos conocemos de cerca, ya sea por un amigo, un familiar o incluso por las noticias, es el Parkinson.

Esta dolencia neurodegenerativa, cruel y persistente, roba la capacidad de moverse con libertad, afectando cada aspecto de la vida diaria. Sin embargo, una innovación en el campo de la neurociencia está abriendo una puerta a la esperanza para miles de personas en todo el mundo.

Hablamos de la estimulación cerebral profunda adaptativa, conocida como aDBS por sus siglas en inglés. Este avance tecnológico promete cambiar radicalmente el tratamiento del Parkinson, revolucionando una técnica que ya lleva años utilizándose, pero llevándola al siguiente nivel. Es un hito que podría marcar el comienzo de una nueva era en el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas.

Ya sabemos por desgracias que el Parkinson es una enfermedad crónica que afecta al sistema nervioso central, caracterizada por la degeneración progresiva de neuronas cruciales para el control del movimiento. Los síntomas son bien conocidos: temblores, rigidez muscular, movimientos lentos y problemas de equilibrio.

Aunque los tratamientos actuales pueden aliviar estos síntomas, su efectividad disminuye con el tiempo, dejando a los pacientes con opciones limitadas y una calidad de vida en constante deterioro.

Es aquí donde entra en juego la estimulación cerebral profunda (DBS, por sus siglas en inglés), una técnica que ha sido un pilar en el tratamiento del Parkinson durante años. Sin embargo, el DBS tradicional no está exento de problemas.

La tecnología, aunque eficaz, puede producir efectos secundarios indeseados y no siempre responde a las necesidades cambiantes del paciente.

La evolución de DBS: ¿Qué es la aDBS y cómo funciona?

La aDBS representa una evolución significativa de la tecnología DBS tradicional. En lugar de enviar pulsos eléctricos al cerebro de manera constante y predeterminada, como lo hace el DBS convencional, la versión adaptativa tiene la capacidad de ajustar esos pulsos en tiempo real, basándose en la actividad cerebral inmediata del paciente.

Esto significa que la aDBS no solo responde a las necesidades actuales del cerebro, sino que también anticipa y se adapta a los cambios que ocurren de un momento a otro. Imagina un marcapasos, pero para el cerebro.

La aDBS monitorea continuamente la actividad cerebral, interpretando los datos que recoge para determinar cuándo y dónde aplicar la estimulación. Es como si el dispositivo pudiera "escuchar" al cerebro, entender sus señales y responder de manera inteligente y personalizada. Esta capacidad de adaptación promete un tratamiento más eficaz, minimizando los efectos secundarios y mejorando la calidad de vida de los pacientes.

Megan Frankowski, directora del programa apunta más allá sobre la idoneidad del estudio a la hora de personalizar los tratamientos: “Este estudio marca un gran paso hacia el desarrollo de un sistema DBS que adapte lo que el paciente individual necesite en cada momento. Al ayudar al control de los síntomas residuales sin exacerbar otros, la DBS adaptativa tiene potencial de mejorar marcadamente la calidad de vida para algunas personas que conviven con la enfermedad de Parkinson”.

Los beneficios de la aDBS van más allá de la mejora de la función motora. Al reducir los síntomas del Parkinson, también alivia la carga emocional que esta enfermedad impone a los pacientes. Menos temblores y rigidez significan menos frustración y ansiedad, lo que se traduce en una vida más plena y satisfactoria.

Pero el potencial de la aDBS no se detiene en el Parkinson. Este avance representa un cambio de paradigma en cómo abordamos las enfermedades neurológicas. Su capacidad para adaptarse en tiempo real la convierte en una herramienta potencialmente aplicable a una variedad de condiciones que afectan el cerebro, desde trastornos psiquiátricos hasta otras enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.

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