Barullo canta y se duele

Publicado: 12/11/2024
Autor

Juan Garrido

Periodista jerezano, director y presentador de 'Alianda', el espacio flamenco de Publicaciones del Sur

Alianda

El flamenco es objeto de estudio, opinión e información en este apartado que nace en Jerez pero que abarca toda la actualidad andaluza

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No se prodiga tanto en los escenarios, por ello quizás cada vez que lo hace consigue crear una expectación singular y atrayente
Manuel Moneo El Barullo fue el encargado de abrir la Exaltación de la Bulería en la peña del mismo nombre, la de la calle Empedrada, junto al guitarrista Miguel Salado. “Yo estoy en mi casa porque he nacido y me he criado aquí, en La Plazuela, en el tabanco de Tío chico”, decía en alguna de sus intervenciones habladas, iniciándolas con palabras de amor y cariño a todos los afectados de Valencia. El Barullo tiene unas fotos allí colgadas, en las paredes de la peña, cuando cantó la última vez en la otra sede de calle Mariguíñez, por lo que ya hacía tiempo de aquello. Era entonces un chaval y las circunstancias eran otras.

No quería dejar pasar esta oportunidad para destacar todo lo que rodea a este cantaor que habla con peso y que cantó con una emoción tan directa como eficaz, esto es, el público que asistió a escucharlo se encontró con lo que precisamente buscaba: sentir el cante en el lado que más duele. Este cantaor es miembro de una de las sagas más señaladas de Jerez, con su padre Manuel, en gloria esté, como principal faro. Su tío El Torta también fue uno de los habituales en esas tablas que hace unos días pisaba Barullo. Recordé precisamente cuando lo presenté, aquella ocasión última en la que Juan subió al escenario en la segunda parte con una chamarreta de cuero que le vio al Barullo y se la cambió por la que llevaba del traje negro.

Su tío Luis es quien sigue la herencia con una agenda intensa, es reclamado en grandes festivales y posee un leco, o un metal como reza en su último disco, espléndido en facultades y propio de un maestro que está consagrado. A la memoria se viene de repente el Tío Chico, y como no, al hijo de Barullo, Manuel, príncipe de la guitarra que tan pronto nos dejó. La tía Dolores, que bailaba con unos brazos que embobaban…

He aprovechado la inspiración que me provocó el recital de Barullo para volver a participar (en la memoria) en una de las fiestas que celebraba la familia con motivo de lo que fuera: un bautizo, unos dichos, una boda… esta amplia y buena casa siempre me ha acogido como otro miembro más y de eso puedo presumir porque como diría el propio cantaor, “ni mejor ni peor, mi casta es distinta”. Me vienen a la mente tantos momentos especiales con Loli, su madre que hace unos buñuelos de fama, Macarena, Rocío o el Juane, el Aoño, el Rambo, la gente de Pastilla, hasta llegar a Mijita, El Garbanzo, tío Alfonso El Berenjeno, María La Chalada... y las generciones posteriores. 

Pues eso transmite Barullo cuando canta, al menos a mí, su propia historia llena de vivencias, no todas alegres, y por eso se duele cuando canta. “Me duelen las costillas”, llegó a decirme cuando terminó. Fue una gran noche y sobre todo el público agradeció escuchar a una voz llena de alma y sin fisuras, con la verdad hecha sonido.  

 

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