'El caso de la mujer asesinadita’ es una extraordinaria comedia del olvidado pero siempre genial Miguel Mihura, que en los 90 protagonizó Amparo Rivelles, y el PSOE se topó en el Congreso Federal de Sevilla con el caso del secretario regional asesinadito: Juan Lobato. La caída de Lobato, exlíder de los socialistas madrileños, se debe a una circunstancia indiscutible: la mutua desconfianza. Y su renuncia al cargo orgánico, que en principio Lobato no contempló, deviene de la soledad. José Marcos escribió en ‘El País: “Hay una parte del aparato del PSOE que opina que Lobato debe ir a Sevilla para darse de bruces con su soledad”. Porque el PSOE, efectivamente, castiga a los díscolos (a quienes etiquetan como díscolos) con una gélida y envenenada soledad. De pronto deja de sonar el teléfono, compañeros que los llamaban habitualmente no responden, otros, a los que consideraban amigos, desaparecen. El díscolo principia a sentirse sucio, y no ha leído la solución que expresó Manuel Vicent en un artículo: Darse una prolongada ducha dejando sonar a todo volumen ‘Tocata y fuga’ de J.S. Bach.
Lobato, aparte de su polémica visita al notario para dejar constancia del correo que le enviaron desde Moncloa que perjudica al novio de Isabel Díaz Ayuso, era considerado como un ‘cisne negro’ por la dirección socialista, debido a sus discrepancias con la política de permanente confrontación que plantea Pedro Sánchez. Lobato proponía frecuentemente en la Asamblea madrileña acuerdos a Ayuso. Y acudía a los actos públicos de Felipe González. Él viene del sanchismo, pero congenia con el psocialismo infrarrojo de FG. Además, participaba de la convicción de que el PSOE podía ganar votos en Madrid por el centro, de ciudadanos descontentos con la peculiar política ultraliberal, festiva y castizona de Ayuso. Quizás la estrategia ahora de Lobato, un político joven, de 40 años, alto funcionario de la Agencia Tributaria, consista en permanecer agazapado en espera de plantar batalla para la secretaría general del partido ante un retorno del socialismo clásico, cuando ya esté en llamas el manual de resistencia de Sánchez. Porque este episodio de intrigas y traiciones revela una inquietante situación interna. “Se intenta por unos pocos que parezca que el malo sea quien decide no hacer las cosas mal”, se ha lamentado Lobato. Resulta inexplicable que un partido con tan afilados cuchillos y de gatillo fácil haya sobrevivido 145 años. Es un enigma que guardan dentro unas siglas: PSOE.