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Al compás de Huelva

Muchas necesidades y pocas ayudas (I)

A niveles locales y provinciales el año que acabamos de archivar ha discurrido con más de una alegría y no menos satisfacciones

Publicado: 02/01/2025 ·
20:12
· Actualizado: 02/01/2025 · 20:12
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  • Ayuntamiento de Huelva -
Autor

J. S. Canales

Periodista onubense con más de medio siglo de carrera profesional y una gran dedicación a su tierra, autor de varios libros y reconocido con el Premio de Periodismo Ciudad de Huelva en 2008

Al compás de Huelva

Plasma la historia reciente de Huelva y toma el pulso de la actualidad onubense, además de ser un altavoz de las necesidades de la capital y la provincia

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A niveles locales y provinciales el año que acabamos de archivar ha discurrido con más de una alegría y no menos satisfacciones, y a la vista está la nueva cara después de tantísimos años con un  tradicional callejero a base de adoquines y aceras cuales teclados de pianos. A la vista está, por el contrario, que todavía queda mucho por hacer en las barriadas, allí donde años tras año se acumula un panorama a veces desolador y en contraste con esa nueva imagen implantada por un ayuntamiento renovado y una visión exuberante con un efecto obligado de apoyo por parte de la ciudadanía… Así las cosas, todavía a escala provincial, desde el gobierno de la provincia -valga la redundancia – han sorprendido sendos golpes de efecto al recuperar por la Diputación Provincial y así mejorar su gestión dos edificios emblemáticos en pleno centro como son la vieja pero no menos entrañable Estación de Huelva-Término y su vecino tan entrañable desde antaño como es el Colegio de los Ferroviarios, así conocido popularmente y al que después de una remodelación aparentemente laboriosa, el presidente de la Diputación Provincial pretende trasladar todo lo que con el paso de los años se fue acumulando entre la Gran Vía y la calle Fernando El Católico...

Sí, todo este panorama nos lleva a la reflexión por aquello de que más hace el que quiere que el que puede, todo un galimatías a desarrollar en varias entregas al comparar la situación real de la capital y provincia, y comprobar que –repito- tanto o más hace el que se lo propone y no se las deja venir, como es el caso de Huelva, que poco más o menos tiene que –lamentablemente- arrodillarse para exigir y paliar una serie de deficiencias y necesidades infraestructurales cuya ejecución corresponde al poder autonómico por una parte y al cuenta gotas que suelen emplear desde Moncloa, un lugar generalmente algo más que inaccesible como con más pena que gloria vamos comprobando que esta provincia suele pedir más que lo necesita, como por ejemplo, ¡todos al suelo!, porque desde esas alturas nadie se pregunta por qué la gente se conforma a vivir a poco más o menos de kilómetro y medio de las malditas balsas de fosfoyesos, que bien podían  haber localizado las fábricas de fertilizantes que las originaron en las periferias de Sevilla o Madrid, y que aquí empezaron esas fabricas a contaminar unas aguas que Dios sabe su contenido después de más de 40 años fabricando fertilizantes y ahora con despidos que Dios sabe cuándo o cómo terminarán.

La verdad, mi paciente lector, que esto es algo así como producir riqueza para unos y auténtica mierda para otros, y todo eso en medio de la impunidad por aquello de los puestos de trabajo, el acicate que nos pusieron delante de los ojos hace más de esas 4 décadas, en las que puede ocurrir lo mismo que ocurrió en Sevilla, y todo por aquello de un maná generado por la localización casi en el mismo casco urbano de la ciudad de un Polo de Promoción Industrial a base de factorías del sector químico y que durante estos años nos obsequiaron con humos y olores como si ese fuese el premio a haber aceptado algo peor que una hipoteca sin plazo de amortización. No, no se ría mi amigo lector, porque es para llorar que a estas alturas podamos leer que desde el Ayuntamiento señalaron que “la única solución a las balsas era la que proponía la empresa que ha contaminado durante 40 años... mientras que la oposición se decanta por seguir investigando y ahora resulta que había una alternativa al problema y “mientras en otras ciudades se va a trabajar en la reutilización de estos fosfoyesos, en Huelva nos vamos a quedar con los residuos enterrados de aquí a la eternidad”. Sí, eso...

Sí, lamentable pero cierto, porque mas de una vez Huelva es la propia culpable de estos engaños y/o desmanes, y, en el  capítulo de necesidades o tímidas aspiraciones, ¿cuándo nos vamos a ir a la calle como aquel inolvidable 3 de marzo y sin necesidad de altavoces ni portavoces intermediarios, para resolver el problema museístico que tenemos? Con edificios más o menos aptos y elementos y enseres, pero sin saber a donde irá cada pieza de esos muchos vestigios en museos de Sevilla y Madrid, y, como singular ejemplo, ¿qué pasó con aquel cheque donativo que la escultora del monumento al descubridor en la Punta del Sebo entregó para levantar una escultura hace 96 años? Sí, un tema del que con datos en la mano empecé a desarrollar  hace 4 décadas,  durante mi estancia en Madrid, y por iniciativa de Antonio García-Ramos Vázquez,  siendo presidente de la Diputación Provincial y de la Real Sociedad Colombina Onubense y que encargó un documento que a lo mejor está en el Archivo de Indias o en cualquier otro de Madrid, como sucede con esos cientos de armas y objetos encontrado en las Ría de Huelva durante unos dragados. Sí, temas que Huelva no puede ni debe olvidar y que avalan su gran protagonismo en la Historia. La verdad y un reto: ¡No seamos tan indolentes! y que la declaración de La Rábida y los Lugares Colombinos como Patrimonio de la Humanidad sea realidad esta legislatura...

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