El Seprona, el grupo de la Guardia Civil creado para velar por el cumplimiento de las disposiciones que tiendan a la conservación de la naturaleza y medio ambiente, acaba de concluir una investigación que prácticamente pone en evidencia la existencia de una amplísima red dedicada, entre otros menesteres, al tráfico de animales para fines algunas veces ilegales, otras rozando la ilegalidad, pero en todo caso, de ética deleznable y en la que las víctimas, cientos de perros, miles incluso, sufren un continuo maltrato.
La investigación está ahora en manos del Juzgado de Instrucción número 2 de El Puerto de Santa María, con el apoyo de la Fiscalía de Medio Ambiente, y con tres imputados judicialmente, mientras que 11 personas están pendientes de que la imputación policial, tal y como refleja la última ampliatoria del atestado presentado por el Seprona, se haga efectiva mediante orden judicial.
La investigación realizada por miembros del Seprona de Cádiz apenas deja lugar a dudas y lo que comenzó con la interceptación de una furgoneta de alquiler en la que se transportaban, en pésimas condiciones y con cartillas veterinarias falsificadas, una treintena de perros, se convirtió en la punta de un iceberg bajo el cual se esconde una compleja trama internacional que alcanzaría, siempre presuntamente, a investigadores y a empresas farmacéuticas con sede en Italia.
Nueve de julio del presente año que a punto está de concluir. Los termómetros marcan 42 grados. Los relojes dicen que son las 11 de la mañana. Como indica el atestado, una furgoneta de alquiler de Atesa llega a C. (siglas), una residencia canina de Chiclana, y allí cargan más de una veintena de animales. A las 14.30 horas parten hacia El Puerto de Santa María, una residencia canina llamada (sólo sus siglas) L.L. Descargan algunos perros y la furgoneta vuelve a emprender viaje a las 16.30 horas. Los termómetros marcan 43 grados. En el interior del vehículo se hacinan 26 perros, exactamente en la parte trasera de carga, sin ventilación.
Su destino: La Asociación V. (sigla) de Italia. Aunque la carga nunca llegaría a su destino porque un grupo del Seprona detuvo la furgoneta nada más salir de L. L. Los agentes imputaron al conductor del vehículo, una vez trasladado a la Comandancia, por un delito de maltrato animal y días más tarde, tras unas primeras pesquisas, a dos veterinarios por falsedad documental, dado que las cartillas estaban falsificadas con algunos de los chips dados de baja.
Los perros fueron trasladados hasta el refugio canino Kimba, en el Pago del Humo, en Chiclana. Todavía están ahí.
De hecho, según fuentes de total confianza, el Seprona se puso en contacto con la Asociación V, donde iban destinados los perros, para comunicarle que éstos estaban retenidos y preguntarle el motivo del traslado. V. indicó que eran para darlos en adopción y que era una simple cuestión de papeleo. Desde la Asociación se remitió los datos de 26 personas que al parecer iban a adoptar a los animales. Pero los agentes, al cabo de un tiempo, vieron que en la web de la Asociación italiana todavía se anunciaban esos perros en adopción y se pedía dinero para su mantenimiento… pero los animales estaban y están confiscados en Chiclana.
Pero volviendo al operativo, a los miembros del Seprona les sorprendió un detalle. Uno de los perros, con un pronunciado tumor, llevaba colgado en su jaula un pequeño cartel con una dirección, un teléfono y un nombre: Marina G. son sus siglas, aunque el nombre aparecía completo. Según fuentes cercanas a la investigación, ese cartel trató de hacerlo desaparecer, presuntamente, el conductor, lo que hizo a su vez que se le concediera más importancia aún.
Realizadas unas consultas, Marina G, resultó el nombre de una mujer italiana directora de un centro de investigación oncológica en la zona del Veneto. ¿Un perro con la cartilla veterinaria falsa y con un tumor y un centro de investigación oncológico? El Seprona comenzó a encajar piezas de un rompecabezas que excedía el delito de tráfico de animales y el maltrato de los mismos. Según un informe, adjunto a las diligencias presentadas en los juzgados y realizado por refutados criminólogos italianos, la ‘zoomafia’ mueve más de 500 millones de euros al año en el país trasalpino.
¿Trama internacional?
Pero volvamos a los hechos. Los agentes encargados de la investigación descubrieron un sinfín de pruebas e indicios que apuntan a una trama internacional y que, según unos primeros cálculos, podría llevar desde el año 2007 sacando unos mil perros al mes, sólo de las perreras españolas. Actúan mediante la supuesta falsa intención de darlos en adopción en Italia a través de la organización V, que regenta dos perreras en Vicenza.
Los investigadores observaron que, a la provincia de Cádiz, llegaba cada quince días una furgoneta de alquiler. Recogía perros en distintos municipios, perros llegados desde Rota, Jerez, Chiclana, Puerto Real, El Puerto de Santa María, labor de la que se ocupan las residencias caninas C. (Chiclana) y por L.L. (El Puerto).
Desde Cádiz, la furgoneta realizaba un viaje de vuelta, con estancia en Barcelona, en el que los animales lo sufrían con travesías de más de 22 horas, sin agua, sin luz, sin apenas ventilación… pero aún les aguardaba lo peor.
Aunque hay sospechas de pagos, fuentes cercanas a la investigación señalan que se realizan en mano, para no dejar constancia.
El Seprona también detuvo en 2010 un camión repleto de perros, unos 60, que iba destinado a Claudia C., de la Asociación V.. Por otro lado, el Seprona también tuvo constancia de que una mujer, Alexia D. B., que trabaja para un importante grupo farmacéutico italiano, uno de los que más facturan en Europa, era presuntamente responsable del trasladado por el mismo sistema de unos cien perros. Más tarde descubrieron que Alexia también mantiene relación con Claudia C., de la Asociación V. .
A siete euros por perro y día
Parte del negocio se basa en que en Italia, país en el que el sacrificio de perros está prohibido, las perreras reciben una subvención de 7 euros diarios por animal… hagan cuentas y vean las imágenes de algunas de estas perreras de la zona del Veneto, pero la aparición de empresas farmacéuticas y de institutos de investigación, hacen sospechar de que el destino de estos canes aun depare más desagradables sorpresas.
Entre los imputados policialmente, que judicialmente, hay 14 personas, entre ellas miembros de la Asociación V. y de la residencia de El Puerto L. L, así como ambos colectivos como entes jurídicos. Al parecer el juzgado de este municipio tuvo el ademán de cerrar el atestado pero vista la documentación presentada, sobre todo en la última ampliatoria del atestado del Seprona, ahora se está a la espera de que se informe de las imputaciones, tres de ellas ya oficiales, así como una ampliación de las diligencias presentadas por el Seprona de Cádiz para que la investigación sea de ámbito nacional, ya que existen muchos indicios que dejan entrever la presencia de una organización criminal de origen italiano con tentáculos en varios países.
Evidentemente, al conductor. cuyo nombre responde a las siglasG. A., además de la imputación por maltrato, se le impuso varias sanciones administrativas por infracciones a la normativa sobre sanidad animal y epizoopias, pues los perros no iban ni esterilizados, ni castrados, ni el imputado había realizado un curso obligatorio para poder trasladar animales, así como otras cuestiones de índole administrativa…
... Pero fuentes cercanas a la investigación insisten en que hay indicios para pensar en que la ‘zoomafia’ actúa en la provincia y desde hace muchos años, por eso piden una investigación de mayor envergadura y que supere los límites de la provincia.
Un ejemplo. El informe de diciembre de 2010 de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Álava ‘Vicky Moore’ sobre Tráfico Masivo de Perros y Gatos alertaba en sus conclusiones que “las propias protectoras denuncian la existencia de organizaciones que actúan de forma fraudulenta, emitiendo documentos falsos y ocultando datos importantes (edad, enfermedades graves, verdadera procedencia de los animales …)... Desde hace años, veterinarios alemanes, suecos… vienen alertando de la existencia de asociaciones protectoras de animales de carácter muy dudoso, para las que el comercio de perros vagabundos españoles es muy provechoso, y la supuesta “salvación de los animales” ofrecida es más que cuestionable”.
Añade el informe que “la cuestión es descubrir estas prácticas oscuras que se ocultan bajo el disfraz de la protección. El problema se agrava porque lo que exportan son animales abandonados que nadie se va a interesar por su suerte y, generalmente tampoco existe constancia oficial de su existencia en el país receptor”.
Y es que “las exportaciones de perros y gatos de nuestras 17 comunidades autónomas a otros países europeos son masivas, en cantidades industriales”.
Laboratorios, curtidurías y mataderos al final del camino
Son innumerables los informes y los artículos que hablan de la zoomafia en el mundo, y especialmente en Italia. Entre todos estos informes destaca por ejemplo, el que cada año presenta la Liga Protectora de Animales de Italia sobre Zoomafia. En www.guiadog.com relata como “en Italia, las arcas de la mafia ingresan cada año, sólo en el capítulo de peleas de perros, alrededor de 750 millones de euros; es decir, casi 125.000 millones de pesetas”. Son cifras del citado informe Zoomafia 2001.
Por otro lado, al Parlamento Europeo ya ha llegado esta problemática. Cristiana Muscardini (PPE) realizó un pregunta a la Comisión sobre el tráfico clandestino de perros italianos. En su argumentación dice que “estimaciones aproximadas hablan de un negocio de 200 millones de euros, pero el último informe de Zoomafia lo valora en al menos 500. Es el enorme volumen de negocios que se mueve en torno a la trata de perros vagabundos o procedentes de las perreras enmascarado por numerosas falsas adopciones.... miles de perros y gatos parten para el norte de Europa desde Italia... gestionado por la delincuencia organizada, pero también desde España, Grecia y Turquía. El destino preferido es Alemania, país al que llegan, al parecer, de 250.000 a 400.000 perros al año para ser distribuidos, a través de 32 puntos de recogida, por el resto de Europa. La colocación en una perrera municipal es, pues, el punto de partida para el desvío de los animales a laboratorios de experimentación, curtidurías que aprovechan su piel o, en el peor de los casos, mataderos que los transforman en comida para sus congéneres. Y si las condiciones de vida de las perreras no son de las mejores, las de viaje son aún peores, dado que los animales son apiñados en cajas, desnutridos y a menudo drogados”.