Ofensiva abortista
Nos hallamos en plena ofensiva a favor del aborto. El comité de expertos nombrado ad hoc por el gobierno ha presentado sus conclusiones...
Nos hallamos en plena ofensiva a favor del aborto. El comité de expertos nombrado ad hoc por el gobierno ha presentado sus conclusiones, que implican aborto libre durante las primeras 14 semanas del embarazo, ampliable a 22 si existen motivos de riesgo para la madre o grave enfermedad fetal, así como capacidad de decisión de la gestante desde los 16 años de edad. Como quiera que el proyecto de ley del gobierno quedará concluido, según palabras de Aído, antes del próximo verano, todo hace suponer que, con escasas variaciones, tal será el texto que finalmente se apruebe dentro de este mismo año. Creo que el tema es lo suficientemente importante como para comentarlo brevemente.
Lo primero que llama la atención es la facilidad con que la progresía echa mano de los eufemismos. La expresión aborto ha desaparecido, sustituida por la más suave interrupción voluntaria del embarazo, del mismo modo eutanasia es ya muerte digna, el embrión se convierte en preembrión y la clonación se traduce por trasferencia nuclear somática.
Se equivoca el PP cuando habla de cortina de humo para criticar el proyecto. El asunto es demasiado grave, y así lo ha entendido el PSOE, que ha planificado cuidadosamente el tempo de su ejecución. En este contexto, el reciente Día de la Mujer se ha centrado en la apología del aborto. Zapatero ha afirmado enfáticamente: "No queremos que haya ninguna mujer injustamente incriminada, humillada e insegura porque desee interrumpir su embarazo".
La nueva norma supone un cambio no sólo cuantitativo sino cualitativo, en cuanto que legaliza el aborto, antes penalizado salvo excepciones; e incluso pretende mitigar las sanciones a los infractores, médico o gestante. Se recurre a otras legislaciones europeas para evidenciar que nuestra normativa será moderada. Pero en el aborto no hay moderación: se trata de la supresión, sin más, de una nueva vida humana, distinta del cuerpo de la madre, que no debe disponer de ella a su antojo. Y que la decisión quede en manos de una menor, es una auténtica barbaridad.
La oposición piensa que la ley actual es aceptable y no debe cambiarse. ¿De veras resulta admisible que más de 100.000 víctimas inocentes mueran en España cada año? Quiero concluir refiriéndome a un libro de Antonio Socci, en el que se acusa: "El mayor genocidio del siglo XX no ha tenido lugar en una guerra, en los gulags o en los campos de exterminio. Es una matanza de más de mil millones de víctimas, de las que nadie habla: el aborto". Por eso el libro, altamente recomendable, se titula El genocidio censurado.
Lo primero que llama la atención es la facilidad con que la progresía echa mano de los eufemismos. La expresión aborto ha desaparecido, sustituida por la más suave interrupción voluntaria del embarazo, del mismo modo eutanasia es ya muerte digna, el embrión se convierte en preembrión y la clonación se traduce por trasferencia nuclear somática.
Se equivoca el PP cuando habla de cortina de humo para criticar el proyecto. El asunto es demasiado grave, y así lo ha entendido el PSOE, que ha planificado cuidadosamente el tempo de su ejecución. En este contexto, el reciente Día de la Mujer se ha centrado en la apología del aborto. Zapatero ha afirmado enfáticamente: "No queremos que haya ninguna mujer injustamente incriminada, humillada e insegura porque desee interrumpir su embarazo".
La nueva norma supone un cambio no sólo cuantitativo sino cualitativo, en cuanto que legaliza el aborto, antes penalizado salvo excepciones; e incluso pretende mitigar las sanciones a los infractores, médico o gestante. Se recurre a otras legislaciones europeas para evidenciar que nuestra normativa será moderada. Pero en el aborto no hay moderación: se trata de la supresión, sin más, de una nueva vida humana, distinta del cuerpo de la madre, que no debe disponer de ella a su antojo. Y que la decisión quede en manos de una menor, es una auténtica barbaridad.
La oposición piensa que la ley actual es aceptable y no debe cambiarse. ¿De veras resulta admisible que más de 100.000 víctimas inocentes mueran en España cada año? Quiero concluir refiriéndome a un libro de Antonio Socci, en el que se acusa: "El mayor genocidio del siglo XX no ha tenido lugar en una guerra, en los gulags o en los campos de exterminio. Es una matanza de más de mil millones de víctimas, de las que nadie habla: el aborto". Por eso el libro, altamente recomendable, se titula El genocidio censurado.
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