El reflejo de Antonio Vega, ese chico triste y solitario

Publicado: 12/05/2009
El cantante y compositor Antonio Vega falleció este martes 12 de mayo a causa de un cáncer de pulmón. Sé que a muchos no les ha sorprendido la noticia. Sus apariciones en público a lo largo de los últimos dos años subrayaban la progresiva palidez de su rostro, los rasgos cada vez más afilados, la marca de lo irreversible. Sin embargo, la susurrante delicadeza de su voz seguía atrapándote desde cualquier escenario, ajena a enfermedades y sólo matizada por los dolores del alma, aquellos que nunca negó y que se multiplicaron a raíz de la muerte de Marga, su compañera.
 

El Antonio Vega de esta última década parecía recién escapado de alguna película de Tim Burton -no sé si han reparado en el enorme parecido que llegó a guardar con el Eduardo Manostijeras interpretado por Johhny Depp o con el flacucho y desesperado personaje animado de La novia cadáver-, pero ha sido en este mismo periodo en el que el reconocimiento artístico y comercial terminaron por encumbrarle de forma merecida ante la opinión pública y ante diferentes generaciones, la que coreaba a finales de los setenta la Chica de ayer y la que, con el nuevo siglo, y de la mano de nuevas voces, recuperaba sus mejores composiciones.

Julio Médem, que le dirigió en el vídeo clip de Océano de sol, le reclamó para su última película, Caótica Ana. El filme resultó infumable, pero Antonio Vega hizo de su aparición uno de los escasos momentos memorables de la cinta. Aquí la tenéis, en la que aparece interpretando en directo Agárrate fuerte a mí María frente a un auditorio selecto bajo el cielo estrellado de una noche de verano mallorquina. Descanse en paz.



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