El ojo de la aguja

Hawking

El cosmólogo británico Hawking se hallaba sentado en una silla de ruedas, y una enorme sonrisa agrandaba su rostro, en tanto que, más de un centenar de físicos reventaban de risa y entonaban el “feliz cumpleaños”

Se estudia para intentarlo, pero no hay quien te detenga tiempo, y tu sigues polivalente en tu encomendada labor de siglos, sin inmutarte, con los vivientes y con los muertos, forjando infinitos e inventando porvenires. Es ahí donde queremos llegar al citar al sabio británico, en estas fechas en  las que cumple en sillas de rueda sus setenta y tres años el próximo ocho de enero. Fue en un pasado aniversario en el que Hawking abrió las puertas para descifrar el código del universo, al escribir el primer libro para legos ‘Una breve historia del tiempo’, hizo viajar a los lectores por los agujeros negros, así como en el tiempo imaginario mientras descubría su búsqueda, tratando de llegar a concretar la teoría de todo lo que nos permita la mente de Dios. Este libro se demostró que fue uno de los libros más leídos. No obstante en ciertas encuestas se llegó a decir que “todo tenía mucho sentido mientras lo leía, pero se extinguía esa llama de credibilidad cuando se dejaba de leerlo”.
De Hawking se cuenta que en uno de sus cumpleaños, un mayordomo abrió una puerta  y una doble de Marilyn Monroe se introdujo en la habitación vestida de rosa, canturreando “quiero que me ames tú”. El  cosmólogo británico Hawking se hallaba sentado en una silla de ruedas,  y una enorme sonrisa agrandaba su rostro, en tanto que, más de un centenar de físicos reventaban de risa y entonaban el “feliz cumpleaños”. El sabio, tras el silencio, comenzó diciendo, “Marilyn y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo”. Se refería el cosmólogo a una escena de la serie de televisión en la que una curvatura del espacio tiempo hace que Marilyn aparezca sentada en sus rodillas. Hawking, en su largo bagaje como cosmólogo, ha afirmado el efecto gravitatorio de los agujeros negros, sus trampas, que se tragan todo, incluso la propia luz. Hawking decía esto con la voz androide de su mecánica sintonía, y ceñido a su actitud humana de que le queda muy poco tiempo, se sigue lanzando con las mayores prisas del mundo a los espacios sin excusas y como ejemplo dice: “Nos hemos dado cuenta de la parada real y el tiempo imaginario, significa que el espacio tiempo tiene una temperatura como descubrí para los agujeros negros”.
No todo el mundo se ha sentido deslumbrado por Hawking, su exesposa, Jane, escribió unas memorias que recogían la desintegración de su relación bajo la presión de la fama y la minusvalía. Hawking la dejó y luego llegó a casarse con su enfermera, Elaine Mason. Sea como fuere, Stephen Hawking se agarró a los tentáculos de la vida tras el conocimiento que le acompañó  al diagnóstico de una esclerosis lateral amiotrófica (la enfermedad de Lou Gehrig). Stephen vio la muerte, no obstante, tras ver cómo moría de leucemia un niño en una cama cercana a la suya en el hospital. Decidió que no estaba tan mal todavía. Se casó, tuvo tres hijos y se aferró a los infinitos de la física.

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