En sus casi cinco años como preparador rojiblanco, Simeone ha instaurado una filosofía basada en eslóganes emotivos pero triviales. Ha vendido propaganda con el
Diego Pablo Simeone ha envuelto al Atlético de Madrid en la incertidumbre. Tras la final, con el Atlético de cuerpo presente después de haber perdido otra Champions -y de nuevo contra el Real Madrid-, el Cholo dijo que tenía que meditar su futuro. Abrió la puerta a su posible salida. Y ahí sigue. Sin dar señales de vida. Casi dos semanas ha pasado ya meditando. Y el equipo, sin programación ninguna de cara a la próxima temporada.
En sus casi cinco años como preparador rojiblanco, Simeone ha instaurado una filosofía basada en eslóganes emotivos pero triviales. Ha vendido propaganda con el envoltorio de ideas, ha insistido en frases que nunca han superado la categoría de conceptillos de autoayuda, aunque muchas de ellas han alcanzado sentimentalmente a sus fieles. Como ese “nunca dejes de creer”. En el discurso de Simeone, fuera del ámbito del fútbol, hay algo de predicador de barracón. Pero ha logrado aglutinar en torno suyo con una fe casi religiosa a sus futbolistas y a una mayoría de la afición rojiblanca. Para ellos, Simeone es más que un entrenador, se trata del guía espiritual hacia la salvación a través del balompié.
Simeone se marchó el 29 de mayo a Miami, y la familia rojiblanca, que en ocasiones exhibe un fanatismo sorprendente, se ha lanzado a comprar camisetas de Juanfran -el jugador que erró el penalti en la final- y a inscribirse a miles en las listas de espera para hacerse abonados del club, mientras buscan con ansiedad en los medios de comunicación alguna señal de retorno del líder desaparecido. El Atlético, una entidad tan importante, pierde su brillo cuando una parte considerable de quienes lo integran deciden parecer una secta. En ese contexto, personas del perfil de Simeone sólo contribuyen a empeorar el estado de la cuestión. Hay aficionados del Atlético que consideran que no pasa nada si Simeone se va. Porque Simeone ha forjado, decíamos, una filosofía basada en frases telegráficas y emotivas, pero que en ocasiones tienen un negativo efecto rebote. Por ejemplo, el madridismo se refiere ahora al Atlético con un: “Nunca dejes de perder”. Nada ocurrirá, pues, si en el Atlético se abre una nueva etapa. El post cholismo. Porque, en definitiva, algo como aquello del “partido a partido” suena ya tan antiguo como el viejo eslogan de “Coca Cola, la chispa de la vida”.