Dicen que los niños vienen con un pan debajo del brazo, pero Steve Vai llegó con una guitarra. El estadounidense no nació para estar en una banda, eso es algo que se le quedó pequeño bien pronto. Ni lo encerraron en Alcatrazz ni duró más de un disco con Whitesnake. Ahora, con décadas de carrera a sus espaldas, innumerables colaboraciones y quince discos en solitario, se encuentra inmerso en una gira centrada en Passion and Warfare, el trabajo que le catapultó de forma definitiva al olimpo de los guitarristas.
Passion and Warfare era su tercer álbum en solitario, pero contenía todo el saber del joven Vai, que en tres temas incluso tocaba todos los instrumentos. Ahora, un cuarto de siglo más tarde, los nostálgicos están de enhorabuena, pero también los fans que han conocido a Vai más tarde, ya que en el espectáculo hay cabida para temas de todas sus etapas.
No había mejor forma de dar por finiquitado el 36º Festival de la Guitarra de Córdoba, ciudad que combate el calor con buena música cada verano. El precioso teatro de la Axerquía acogió la lección del guitarrista estadounidense, porque sí, Steve Vai no ofrece conciertos, sino lecciones magistrales de lo que solo los elegidos son capaces de hacer con seis cuerdas. "Bajo la luna y las estrellas y con un maravilloso público", se despidió emocionado Vai tras dos horas largas de un espectáculo sonoro muy bien apoyado por vídeos y algunos sonidos pregrabados.
A las 23.00 en punto sonaron los primeros acordes de Bad Horsie, tema que abría su disco Alien love secrets (1995). Con capucha y luces rojas a modo de misteriosos ojos, Vai hacía gala de su característica excentricidad, quizás algo aminorada por el paso de los años.
Desgranando lo mejor de Passion and Warfare fue transcurriendo una noche mágica con absoluta comunión entre el artista y su público. Vai se entregó en cada tema, disfrutando como si creyera que iba a ser la última vez que tocase. Él hace lo que quiere y su pasión se transmite más allá de la escena. Vai no toca la guitarra, la acaricia, la besa, le hace el amor para obtener de ella los sonidos más diversos que se funden para crear sus composiciones, obras maestras, una tras otra.
Para presentar las canciones de esta gira, Vai se apoya en los mismos vídeos preparados para el lanzamiento de Passion and Warfare, pero también recupera imágenes históricas de su carrera. Recordó cuando actuó en Sevilla, durante la Expo 92, junto a los mejores guitarristas del momento. Así, en la pantalla apareció Brian May presentando al propio Vai. La imagen era de hace 25 años, pero la música es eterna.
El siguiente en aparecer, antes que Frank Zappa, fue Joe Satriani, el gran maestro. En un divertido juego, Vai y Satriani dialogan para introducir el siguiente tema. Pero antes, ambos protagonizan un duelo de riffs interactivo que despierta aplausos y risas al ver las pintas de Satriani en cada escena.
Answers, The attitude song, Liberty, Ballerina 12/24... todas fueron sonando, una tras otra hasta llegar a la quizás más aclamada canción de toda su carrera: For the Love of God.
Apoyado en Dave Weiner (guitarra y teclados), Philip Bynoe (bajo) y Jeremy Colson (batería), que no son precisamente mancos, Vai certificó la comunión con su público subiendo a dos voluntarios al escenario. Vai les propuso practicar air guitar para que Weiner tocara a la vez dando sonido a los movimientos aleatorios de la aficionada. Luego, les pidió que tarareasen lo que les viniese en gana, que él daría forma a estas "peticiones" con su guitarra. Era el preludio a un último tema, tras el que volvió a contar con ambos voluntarios en el saludo y reverencia de su equipo. Apoteósico final para el espectáculo y broche de oro para el 36º Festival de la Guitarra. Ovación.
Para terminar esta crónica, amigo lector, espero que me permita un par de licencias. La primera, para agradecer el trabajo de David Val a cargo del departamento de prensa del Festival. Pocos eventos, por no decir ninguno, facilitan tanto el trabajo de los medios, a los que se surte de todo lo necesario para sus plublicaciones. De matrícula de honor.
La segunda es más bien una confesión-consejo: he tardado 39 años en disfrutar de Steve Vai en directo, NO cometas el mismo error. Si tienes la oportunidad no la dejes pasar. No te arrepentirás.