La barbaridad, es el chapapote neuronal que caracteriza el cerebro del 45.º Presidente de EEUU, Donald Trump. Su política antimigratoria, su pensamiento misógino y discriminatorio hacia las mujeres, su verborrea conflictiva a la par de torpe y un largo suma y sigue, son las primeras manifestaciones de una zafra de fobias y complejos que arrastra este personaje. A pesar del rechazo que ha podido provocar, es obvio que el poder económico y los fascismos encubiertos, han expandido de manera eficiente sus tentáculos. Que un número elevado de la población estadounidense se manifieste contra sus propuestas y vejaciones, no deja indiferente a la mayoría de la comunidad internacional. Hay reverencias, por supuesto. Pero son de aquellos países, donde el “santo y seña” es el fascismo. Si el gran genio de la literatura británica, J.R.R Tolkien, lo hubiese conocido, seguramente habría plasmado su esencia, por evidente similitud, con Sauron (el “horripilante” o “aborrecido”) antagonista que aparece en sus novelas más reconocidas: Silmarillion, El Hobbit o el Señor de los Anillos…Tiene en principio, la potestad no sólo de avivar las tensiones mundiales sino de iniciarlas. Los conflictos bélicos y la imposición de fronteras, son las excusas para realzar la industria armamentística y la interceptación indebida de recursos naturales. Igualmente, pretende dar un espaldarazo a las ideologías que sostienen la superioridad y por ende la inferioridad de los pueblos. Aquellas, que como mínimo, parten de la expulsión, alejamiento e incluso el exterminio de quieres apuntan como “diferentes”. La dominación, siempre necesita, subordinar o reducir. En el juego sucio de esta guerra, Sauron Trump, tiene un papel crucial. Como buen manipulador, sabe captar la atención mediática, con noticias sensacionalistas. Para ello, le da igual a quiénes pone como “anzuelo” para los medios de comunicación social (pareja, amantes, hija/o...) Ante sus presentes y futuros movimientos, nos quedamos en ese maridaje fatal de la expectación y el inmovilismo. Como resultado, y no es necesario tener el don de la videncia, ni ser una eminencia en la soteriología, el actuar como espectadoras/es, significa “echarle perlas a los cerdos”. Esto es y será aprovechado por los grupúsculos más destructivos. Embravecidos, éstos, porque se les da voz y presencia en los estamentos de representación de la política y el mercado. Europa, se presenta ante el resto, como un conglomerado debilitado de naciones, que padece una rubeola grave de neonazismos (Alemania, Francia, Grecia, Polonia, Letonia…) Sí. Ya sé que resulta muy obvio que el devenir europeo-americano y los cabecillas de tanta insensatez, me dan repulsión y dentera. También, que parezca que no existen alternativas para frenarles y apartarlos/as de los “estatus” privilegiados, donde en nombre del bien común, ningunean o excluyen a parte importante de la ciudadanía. Desgraciadamente, así se las gastan todos los absolutismos y dictaduras.