Publicidad Ai
Publicidad Ai

La Gatera

Mindfulness

Hace muchos años me contaba mi querido amigo Víctor Barrera (aquel que dirigió el Crimen de los Galindos con la Lola Flores más sensual...

Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai

Hace muchos años me contaba mi querido amigo Víctor Barrera (aquel que dirigió el Crimen de los Galindos con la Lola Flores más sensual que han visto mis ojos), que él se despertaba siempre una hora antes de que sus obligaciones le pidieran salir de la cama. Y que esa hora la usaba para dejar su mente en blanco y prepararla para poder enfrentarse con verdadera serenidad a un nuevo día. Todo esto le llevaba a conseguir una vida más equilibrada y placentera. Doy fe de ello, pocas personas tan serenamente felices he conocido.

Pero era servidora muy joven cuando escuchó este sabio consejo (y muchos más), y tuvo que ser años más tarde cuando comencé a practicarlo en la medida de lo posible y de mi poca preparación para ello.
Por eso me ha encantado el libro “Explora Mindfulness, Prepárate para sentir más y pensar menos”, de Juan José Pineda Vera. Porque me ha puesto en el camino correcto de lo que llevaba años intentando conseguir. Aunque el Mindfulness es mucho más que quedarse en la cama a meditar. Practicarlo es lograr un profundo estado de conciencia con técnicas concretas para alcanzar que nuestra conciencia se relaje y no elabore juicios de nuestras sensaciones, sentimientos o pensamientos. Saber qué acontece en nuestro fuero interno en cada instante. Mindfulness es una actitud que está dentro de nosotros pero que obviamente hay que entrenarla.

Y qué conseguimos con esto: aprender a pensar para reducir estrés, reducir pensamientos y atender a lo importante. Hacer de cada instante un momento memorable explorando nuestro interior para preparar el corazón para sentir, y la mente para observar. Resumiendo, prestar más atención a nuestra salud espiritual, que siempre va de la mano de la salud del cuerpo. En fin, que me apunto a esto del Mindfulness convencida, porque reconozco que con los años, tengo menos paciencia para la impaciencia. Menos prisa por correr. Y desde luego menos tiempo para lo urgente y más para lo intrascendente. La vida cuando pasas la “temida” cifra de los cincuenta se vuelve más tangible, más cercana. Y es bueno que algo “truque” el contador y empiece a caminar hacia atrás para que paguemos menos en la factura del lastre de los años.  

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN