En principio habría que tener claro el concepto de empleo verde, y quiero recoger aquí el que creo más atinado, el definido por la Organización Internacional del Trabajo, OIT, que dice que es aquel que resume la transformación de las economías, las empresas, los entornos de trabajo y los mercados de trabajo hacia una economía sostenible que proporcione empleos decentes con bajo consumo de carbono.
Establece diferencias entre empleo ambiental y empleo verde. Empleo ambiental es aquel que disminuye el impacto ambiental debido a su producto o servicios, mientras que empleo verde es aquel que tiene un componente ambiental e incluye condiciones de trabajo decentes. Los empleos ambientales no son necesariamente verdes, así empleos ligados a la gestión de residuos o reciclaje se hacen en la economía informal con condiciones de trabajo peligrosas y/o retribuciones miserables.
Según estadísticas de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, en 2012 en Andalucía, eran poco menos de 90.000 las personas con empleos verdes, incluidas las empresas y las administraciones públicas. En relación al resto del estado, Andalucía suponía en 2010 el 17% del total de empleos verdes.
Estas cifras están muy lejos del techo posible para la creación de empleo verde en Andalucía, así en el sector de las energías renovables se han reducido los empleos como consecuencia de parón impuesto por el gobierno del Partido Popular al sector en todo el estado. Este parón es de singular importancia para el gran potencial de expansión de las energías renovables en Andalucía, que ha perdido, con la complicidad de la Junta, el liderazgo que ostentaba años antes en eólica y fotovoltaica. La salida de esta situación permitiría el afloramiento de decenas de miles de empleos, reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero de nuestras actividades y nos permitiría avanzar hacia la soberanía energética.
La rehabilitación energética de viviendas y edificios es otro de los sectores con capacidad de creación de empleo: 100.000 viviendas al año rehabilitadas hasta 2020 podrían crear al menos 20.000 empleos, y reduciendo las necesidades energéticas de las viviendas liberamos la balanza de pagos de Andalucía a la vez que aliviamos la pobreza energética.
La agricultura y ganadería ecológica y pesca sostenible juegan igualmente un papel importante, con 17.550 empleos en 2012, pero también este sector está muy lejos de tocar techo. La generación de empleo y valor añadido por unidad de producción de este sector está muy por encima de la agricultura industrial, a la vez que proporciona entornos de trabajo más sanos para quienes trabajan en el sector, liberan de agrotóxicos los ecosistemas y los alimentos, y permiten elevar el nivel de soberanía alimentaria.
La vertebración del territorio andaluz con el ferrocarril tendría impactos muy positivos en la creación de empleo y grandes ventajas sociales y económicas para las personas del medio rural andaluz, a la vez que proporcionaría el sistema de transporte más sostenible en superficie.
El resto de sectores ambientales catalogados por la Junta de Andalucía están muy lejos de haber alcanzado techo y a las ventajas recogidas en los sectores anteriores se puede agregar la exportación de tecnologías de economía sostenible que originan ventajas económicas añadidas.
Nuestro territorio tienen las condiciones que permiten poner en marcha estas propuestas y nuestra población lo necesita y tenemos profesionales capaces desempleados, lo que nos falta es la voluntad política decidida de poner en marcha un programa de transición sostenible que sirva para la salida de la crisis de la mayoría de las personas que habitamos en Andalucía, en lugar de la complacencia y el servicio a la minoría privilegiada.
Pepe Larios
Presidente de la Fundación EQUO
