Los dos tremendos casos de violaciones de menores a cargo de jóvenes de entre apenas 13 y 15 años obliga a reflexionar sobre la educación de los niños y su capacidad para delinquir
Dos acontecimientos dramáticos han sorprendido a propios y extraños. Se trata de dos noticias que han removido las conciencias hasta de los más fríos del planeta. Si a principios de la pasada semana se helaba el corazón de los españoles conocer que en Baena (Córdoba) cinco menores y un joven habían violado a una niña de sólo 13 años en los aledaños de la piscina municipal en una historia que incluía hasta chantaje, la situación se repite este pasado fin de semana en Isla Cristina. Allí la policía ha detenido hasta a cinco menores por violar a otra niña de 12 años, durante la madrugada del sábado. Fue la madre de la niña quien puso la denuncia el sábado en el cuartel de Isla Cristina y de inmediato la menor fue traslada al hospital Infanta Elena de Huelva donde se le realizó un examen médico, que confirmó las agresiones sexuales. Los menores detenidos tienen tan sólo entre 13 y 15 años. La noticia es cuanto menos que espeluznante, por cuanto que supone que quienes están llamados a formar la sociedad del mañana están apuntando desde muy jóvenes maneras que amenazan con desequilibrar la necesaria estabilidad emocional, ética y moral de cualquier sociedad civilizada. No es normal, por muchas barbaridades que hayan ocurrido a lo largo de la historia, que menores de tan corta edad muestren tan a las claras tanta falta de valores como estos casos que han sorprendido a la opinión pública española. Desde hace tiempo se está alertando de que es necesario una reactivación de los sistemas de educación ética tanto en las familias como en las escuelas para tratar de enderezar el rumbo socializador de los más pequeños, pero no cabe duda de que esta sociedad está enferma, porque demuestra gran debilidad en el proceso socializador de sus jóvenes elementos. Hace falta encontrar ya la vacuna para reforzar su sistema de defensa y evitar en lo sucesivo que haya elementos desestabilizadores y, que además, como todo menor de 14 años, ni siquiera pueda ser imputado. Estamos fallando y hay que poner remedio antes de que sea tarde. Y la solución puede ir en el camino que ha avanzado el Defensor del Pueblo andaluz: adelantar la edad penal porque se adelantan los delitos graves.