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Andalucía

Roscones de Reyes: lo efímero del placer

Un producto que prácticamente sólo se puede encontrar en territorio español y en algunos países de habla hispana, y que sacarlo adelante supone un sobreesfuerzo

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  • Roscón. -
  • Cualquier excusa es buena para que no terminen las fiestas sin probar el roscón

Con decenas de recetas distintas, rellenos de los regalos más originales y con colas de hasta horas para conseguirlos en algunos establecimientos, los roscones de Reyes son, como los mantecados, unos productos efímeros que dejan de producirse cuando acaban las cabalgatas.

Un producto que prácticamente sólo se puede encontrar en territorio español y en algunos países de habla hispana, y que sacarlo adelante cada año supone un sobreesfuerzo en algunos obradores para atender la demanda de los clientes, a los que, nada más pasar la Nochevieja, parece que se les activa en la mente la necesidad de pedir a sus obradores de confianza que vayan cogiendo la masa madre para comenzar a elaborar el producto.

Como en todo, los hay más grandes, más pequeños, precocinados o servidos nada más salir del horno, su elaboración en un obrador tradicional es un espectáculo casi coreografiado, y supone "un gran esfuerzo, porque en poco más de tres días sacamos a las vitrinas unos 1.200 roscones", explica a Efe Ildefonso Mendoza, gerente de la panadería 'La Venta', en la Avenida del Verdeo de la localidad sevillana de Arahal.

Mendoza muestra sus instalaciones mientras su equipo de trabajo, y él mismo, se afana en elaborar un producto "que cuando es artesano se nota, porque ningún roscón es igual que otro, todos están amasados a mano, a todos se les coloca la fruta escarchada una a una", señalando todos los detalles, desde que se amasa el círculo que entra en el horno hasta que se coloca en su caja.

"Es un esfuerzo enorme, porque supone sacar a la calle unos 400 roscones diarios en tres jornadas muy intensas, pero por encima de lo económico está la recompensa del reconocimiento de la gente, que cada año nos pide que saquemos los roscones a la calle", señala el responsable de la panadería, con el matiz de que el trabajo diario de la empresa no se para, sino que se alterna con este producto durante tres intensos días.

Una vez que el roscón está empaquetado, queda el momento de saber quién se lo va a llevar, y en ese sentido señala que "la mitad de la producción se vende en la tienda, y el resto va a clientes de fuera del pueblo, que lo encargan cada año", según la demanda que tenga en función de su relleno, de trufa, nata, crema o cidra.

Es una de las empresas que se afana cada año por sacar a la calle un producto que muere cuando acaban las fiestas, y revive tras Nochevieja, y que tiene puntos concretos donde la tradición se convierte en largas colas para conseguir el producto, como ocurre cada año a las puertas de la confitería 'Villa' de la localidad sevillana de San Juan de Aznalfarache, donde sus 500 roscones aproximadamente que elabora cada año tienen una fama que atrae gente de toda Andalucía para comprarlo en este pueblo de la comarca del Aljaraje sevillano.

Eso, en los obradores, porque los roscones son una buena excusa en estos días para organizar actividades en torno a este peculiar dulce, como en Ayamonte (Huelva), donde cientos de vecinos se reunieron para degustar uno de más de 30 metros de longitud, con el fin de ayudar a sacar adelante las actividades de la asamblea local de la Asociación Española Contra el Cáncer.

Para que nada falte, ayer, en la también onubense localidad de Isla Cristina, los vecinos disfrutaron de una merienda de chocolate con roscón organizada por el Ayuntamiento, para cargar fuerzas de cara a la visita de los Reyes Magos.

Cualquier excusa es buena para que no terminen las fiestas sin probar el roscón, que algunos sitúan en su origen en las saturnales romanas, y otros en la corona de adviento, aunque esa incertidumbre sobre su nacimiento poco parece importar a la hora de disfrutar de un producto que cada año gana en adeptos cuando se saluda al año nuevo.

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