María Adánez representa hoy en el Teatro Villamarta la obra 'La Señorita Julia'
La actriz encarna a la protagonista donde se reflejan los conflictos de clases, sexo e ideas
La actriz María Adánez será la protagonista de La señorita Julia, montaje dirigido por Miguel Narros y que se representa hoy en el Teatro Villamarta, dentro del Ciclo Grandes Clásicos. El texto del sueco August Strindberg es el más representativo del teatro de su país y refleja los conflictos de clases, sexos e ideas existentes a finales del siglo XIX.
María Adánez califica este montaje como “una apuesta atrevida, pero estéticamente muy bella y elegante” debido a la escenografía “impresionante” de Andrea D'Odorico. En su opinión, el director de escena ha decidido potenciar todas las grandes pasiones existentes en la obra, con lo que ésta adquiere sobre el escenario ese punto de “función sexual, erótica”, a través de la lucha psicológica de los dos protagonistas enredados en una historia de amor.
La actriz, que vuelve a trabajar con Narros tras Salomé, encarna el papel principal de la señorita Julia, una mujer de “gran complejidad” que ha sido educada por una madre feminista y un padre misógino. El argumento se centra en tres personajes: La señorita Julia (María Adánez); Juan, su criado, que interpreta Raúl Prieto; y Cristina, cocinera, papel que interpreta Chusa Barbero.
La acción tiene lugar en la cocina de la mansión y durante la noche de San Juan. En ausencia del padre, y mientras el pueblo está entregado a la diversión, la señorita Julia, excitada, invita a bailar a su criado. Sacando provecho de su privilegiada condición social, juega con él, provocándole e insinuándose. El juego termina volviéndose en su contra y acaba siendo seducida.
El único impulso que mueve a Juan es el de ascender socialmente y, para ello, los medios para conseguirlo no importan. Se establece, de este modo, una constante lucha entre lo nuevo y lo viejo, el fuerte y el débil, una clase social baja emergente y otra abocada a la decadencia. Además, existe un enfrentamiento entre otras dualidades: religión/ateísmo, monarquía/república, emancipación femenina frente a dependencia. En definitiva, una lucha de clases, sexos e ideas. Sin embargo, para María Adánez, esta pieza teatral simboliza “la eterna lucha entre hombre y mujer” que se enfrentan en un combate psicológico aún más cruel que la violencia física.
En este montaje de Narros no se advierte la tragedia desde el inicio del espectáculo. Éste, en su primera parte, incide en el sentido del humor, en el ambiente festivo. La vertiente dramática comienza a advertirse cuando los dos protagonistas hacen el amor.
María Adánez califica este montaje como “una apuesta atrevida, pero estéticamente muy bella y elegante” debido a la escenografía “impresionante” de Andrea D'Odorico. En su opinión, el director de escena ha decidido potenciar todas las grandes pasiones existentes en la obra, con lo que ésta adquiere sobre el escenario ese punto de “función sexual, erótica”, a través de la lucha psicológica de los dos protagonistas enredados en una historia de amor.
La actriz, que vuelve a trabajar con Narros tras Salomé, encarna el papel principal de la señorita Julia, una mujer de “gran complejidad” que ha sido educada por una madre feminista y un padre misógino. El argumento se centra en tres personajes: La señorita Julia (María Adánez); Juan, su criado, que interpreta Raúl Prieto; y Cristina, cocinera, papel que interpreta Chusa Barbero.
La acción tiene lugar en la cocina de la mansión y durante la noche de San Juan. En ausencia del padre, y mientras el pueblo está entregado a la diversión, la señorita Julia, excitada, invita a bailar a su criado. Sacando provecho de su privilegiada condición social, juega con él, provocándole e insinuándose. El juego termina volviéndose en su contra y acaba siendo seducida.
El único impulso que mueve a Juan es el de ascender socialmente y, para ello, los medios para conseguirlo no importan. Se establece, de este modo, una constante lucha entre lo nuevo y lo viejo, el fuerte y el débil, una clase social baja emergente y otra abocada a la decadencia. Además, existe un enfrentamiento entre otras dualidades: religión/ateísmo, monarquía/república, emancipación femenina frente a dependencia. En definitiva, una lucha de clases, sexos e ideas. Sin embargo, para María Adánez, esta pieza teatral simboliza “la eterna lucha entre hombre y mujer” que se enfrentan en un combate psicológico aún más cruel que la violencia física.
En este montaje de Narros no se advierte la tragedia desde el inicio del espectáculo. Éste, en su primera parte, incide en el sentido del humor, en el ambiente festivo. La vertiente dramática comienza a advertirse cuando los dos protagonistas hacen el amor.
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