Paralelo sonoro con ´intocables´, los imponderables hacen referencia a todo aquello que se presenta por sorpresa y de manera imprevisible, cuyas consecuencias no pueden estimarse. Pertenecen éstos a sustantivación o adjetivación de cualquiera de las áreas, manifestaciones o singladuras relacionadas principalmente con el hecho y acto humano.
Los imponderables suelen acudir a la cita sin invitación. Suelen ser aforados sin sillón, nido sin pájaro o nieve de verano. Se agazapan retráctiles detrás de la sombra de camerinos y polvos de afeite, están en la sopa diaria o bien sorprenden improvisadamente adelantando la cierta improvisación improvisada.
Hoy, un medio de comunicación cita ´13, Rue del Percebe´ en paralelismo al edificio situado en La Carrera de San Jerónimo y que lleva en su frontispicio la inscripción ´Congreso de los Diputados´. La famosa comunidad que ilustrara el genial Ibáñez, en aquella divertida disección arquitectónica en la que quedaban al descubierto dichos y entredichos de tan variada ´jungla´ vecinal.
En una suerte de divertida comparación, el autor del artículo, sitúa en pasillos, ascensores, sillones o corredores la frenética actividad de los diputados, quienes en estos días de reunión estatutaria, de conformación de gobierno comunitario, no faltan dimes y cuchicheos en zonas comunes, azotea o simplemente en la portería que ´doña Eustaquia´, lleva con mano firme. No se puede estar en todos los sitios.
Como en cualquier Rue del Percebe, los ánimos están que se suben por las paredes. Pareciera que las tuberías, de buenas a primeras, hubieran colapsado al mismo tiempo; el ascensor hubiera roto dos de sus cuatro cables en el último ascenso y el Agente Secreto de la azotea, hubiera decidido no vigilar el vacío frontal al no encontrar su bocadillo de las once.
Todos andan inquietos. El futuro, a través del presente, se vuelve raro. Idas y venidas, subidas y bajadas, no hacen más tranquilo el patio. Al contrario, cada día que pasa el ambiente se revuelve. Todo estriba en un acuerdo, que no se sabe muy bien si llegará de mano del sereno, o del dentista del segundo.
Pero todos preguntan, porque obviamente, en esa frenética actividad, son los periodistas, quienes más informados están. Estos, hablan con unos y con otros, no me extraña, que sean el corre, ve y dÍle de lo que no ha dado tiempo de decir o escuchar pero que tenía que haberse incluido en la agenda del día.
En esta particular vecindad, como en todas, hay vecinos de todos los colores y para más INRI, la primera vez que salió a la luz lo que hoy, con acertada comparación, se asemeja al Congreso en una constante de miradas, gestos, complicidades y deseos inconfesos, se publicó en 1961 en la revista Tio Vivo.
Si ya el percebe, en su comparativo, solemos usarlo para denominar cualidades poco lúcidas - eres un percebe - , no podría estar más acertado el título de la revista que abrazaría por primera vez y en años de humor controlado, una ´rue´ de singulares personajes, en la que una anarquía velada venía a imperar sobre cualquier sentido común de convivencia.
Hasta los gatos en su tejado, estaban atentos al que pasaba por la acera, para mandarle el recuerdo vertical y de aceleración premeditada, de una botella poco útil al vecino del ático, quien se esforzaría en su ´gallinero´ por recibir a la caterva de acreedores de tan minúsculo y alejado cuchitril.
Siempre existen imponderables, cuya arista, a veces evidente, otras oculta tras la historia del personaje, vienen a dar al traste aún más con tan inusitada vecindad.
Hoy la rue del percebe, en su versión 2016, de a lo sumo dos alturas y no con gatos, sino con leones en su frontal - no podrían estar en la azotea - ha decidido cambiar pisos por alturas en el hemiciclo. Posición por localización. Siglas por facultades, en una suerte de disección facultativa, cuyo pronóstico podría ser reservado, dada la desconsideración proporcional de los resultados en la reunión de junta de vecinos.
Otro de los imponderables podría ser, a tenor de como se suceden los acontecimientos, proporcionar la lúcida respuesta a este desmadre de descuadre proporcional, que siente definitivamente en cada posición, por orden y representatividad a cada uno de los vecinos de esta rue tan central e importante, epicentro de la actividad política española.