La imagen pública del día anterior con el llamado Toro de la Víspera se vuelve a repetir en su versión más tradicional. El Toro del Aleluya, que cuenta con miles de incondicionales, centra la atención de un Domingo de Resurrección pasado por aguas, pero eso, ya se sabe, da igual con tal de ‘disfrutar’ de la presencia del animal por las calles de Arcos de la Frontera. De momento no llueve pero el suelo, ojo, está muy resbaladizo.
A las doce del mediodía el alcalde de la ciudad, Isidoro Gambín, ondeó el pañuelo que de forma simbólica ordena la suelta del toro, que en el primer caso es Imantón, de la ganadería de Montes de Oca, un animal de 540 kilos de peso, de pelo ‘colorao’.
El cajón dispuesto en la calle Gomeles permanecía en los momentos previos a su apertura flanqueado por cientos de personas; cientos también agolpadas en el barranco de la calle para evitar el peligro y cientos de vecinos asomados en azoteas y balcones para presenciar el espectáculo.
El toro ya sido encerrado en su cajón con algunos minutos sobre la una de la tarde, tras la complicada maniobra para ensogarlo.
Ya a las tres de la tarde hace lo propio el toro bautizado como Lobezno, de la ganadería de Carlos Núñez. El animal pesa en este caso 510 kilos y es de color negro mulato meano.
También hay noticias del hombre corneado ayer por el Toro de la Víspera, el vecino de Arcos José Galindo que sigue en el hospital de Villamartín tras haber sido intervenido quirúrgicamente. Afortunadamente está fuera de peligro, y ya ha sido visitado por un grupo de amigos que le ha dedicado unas simpáticas coplillas de carnaval como se ha comprobado por las redes sociales.