Nos sometemos a un ritmo rápido , y el tiempo transcurre con fugacidad, y corre , deprisa como si todo ocurriese en un instante. A veces tenemos la sensación de que se detiene y da la sensación que nos volvemos eternos aunque solo sea un instante y nos damos cuenta que en muchas ocasiones lo perdemos en tonterías, que no tienen ninguna utilidad.
Lo cierto que en nuestra concepción subjetiva de lo transcurrido , nos damos cuenta que nos quedan muchos asuntos por resolver y que si miramos hacia el futuro, tenemos la sensación de estar lleno de incertidumbres, y abrimos todas las opciones de cosas que nos pueden suceder.
En la contradicción en lo que solemos movernos , aparecemos fugazmente cuando no hemos sido llamados para nada y desaparecemos en una nube de invisibilidad cuando más nos necesitan, y por mucho que queramos ser neutros es un papel que no podemos desempeñar , ya que no tomar partido es una forma de romper una neutralidad simulada.
Tampoco pensemos que podemos ser un tren que se sitúe en vía muerta, ya que el no ir a ninguna parte, es querámoslo o no, un destino. Hay quienes se engañan diciendo que jamás tuvieron enemigos , y es posible que no los conozcamos, pero aunque no lo creamos están a veces agazapados , sin dar la cara pero conspirando alguna maldad.
Nos gustaría que lo malo que nos pasa , apenas durara un segundo y lo bueno que nos ocurre no tuviera fin, y en esa hoja de ruta fuéramos capaces de ejercer más el dialogo y dedicaremos menos tiempo a hacer ruido y montar conflictos sin solución.
Aunque haya muchas cosas que transcurran fugazmente, podemos conseguir grandes logros,si utilizamos con habilidad nuestros medios y talentos. No nos podemos conformar con migajas y tener la ambición de confiar en lo cierto y no movernos en las inseguridades que nos abran nuevos frentes.
Hay quienes aunque sea fugazmente necesitan en una especie de bucle interminable , hablar por hablar, aunque sus palabras sean solo de cero contenido, hasta que alguna vez aunque sea de forma pasajera y momentánea, casi por casualidad encuentran algo que decir , tal vez porque desconocen lo que decía Ernest Hemingway: ”Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar”
Resultan insoportables aunque sean efímeros que para construir una sociedad nueva , y producir una transformación , necesitamos entender el sentido de las resistencias que suscitan. Pero lo peor son aquellos sujetos que en los sucesivos monólogos , sólo se oyen a sí mismos , los que son incapaces de conversar , de atender a los otros y repiten hasta la saciedad o el hartazgo, su opinión sin conocer la de los demás.
Quienes ostentan una responsabilidad pública , han de hacer gala de un alarde excesivo de la palabra , en cualquier momento y en todo lugar son cautivos de sus declaraciones , presos de sus manifestaciones , esclavos de su verbo y en demasiadas ocasiones se quedan atrapados en la pura retórica ,ignorando como decía Mile Davis que “El silencio es el ruido más fuerte, quizás el más fuerte de todos los ruidos”
No es fácil encontrar el equilibrio entre lo perecedero y lo duradero, lo que debemos decir y aquello que nunca debimos expresar. Tal sería conveniente , antes de hablar, saber que tenemos que decir y a quien escuchar. Hay quienes permanecen mudos para ocultar su vaciedad , mientras están quienes son doctores en hacer la plática más inoportuna en el lugar más inadecuado , los que resultan babosos hasta el vómito, bocazas hasta la irritación , charlatanes y fanfarrones hasta el dolor de cabeza, pedantes y repelentes hasta quedarse solos o simplemente gilipollas e insustanciales hasta el aburrimiento.